El nieto de Juan Manuel Urquijo recuerda que fue José Gómez Ortega quien intercedió para que el acaudalado banquero, con el que mantenía una estrecha amistad, se hiciera con las riendas de una de sus ganaderías predilectas (Murube), que acababa de ser puesta a la venta. Así, Tomasa Escribano, viuda de Joaquín Murube, vendió la emblemática vacada a Juan Manuel Urquijo, quien puso como condición que en la venta se incluyera la finca sevillana. «Mi abuelo dijo que él no compraba un pájaro sin jaula», cuenta a ABC Carlos Urquijo.
José Gómez Ortega 'Gallito' trató la venta de esta ganadería para asegurarse que un pulmón económico como el de Juan Manuel Urquijo la mantuviera con vida. Más de un siglo después de aquella operación, la vacada sigue pastando en los campos de Sevilla. Una de las primeras actuaciones del ganadero fue ponerle a la ganadería el nombre de su esposa, Carmen de Federico, y ampliar la finca palaciega de Juan Gómez anexionando tierras colindantes.
El punto de partida de aquella compra fue en la plaza de toros de San Sebastián, donde Joselito le brindó un toro a Juan Manuel Urquijo en 1916. «Después de aquello le comentó a mi abuelo que la viuda de Murube había puesto en venta una de sus ganaderías predilectas y se ofreció a asesorarle durante sus labores como criador». Tras la muerte en Talavera del hijo de Fernando Gómez, las riendas de la ganadería pasaron a Antonio, hijo del matrimonio conformado por Juan Manuel Urquijo y Carmen de Federico, quien contaría en sus labores con la colaboración de Tomás Murube, nieto de Tomasa Escribano, que terminaría casándose con Carmen Urquijo.
Los antiguos murubes siguieron en manos de los herederos de Juan Manuel Urquijo durante más de sesenta años, cuando regresaron a la familia Murube, actual propietaria de la vacada. Aquel largo proceso de selección ganadero provocó que actualmente se siga considerando tal encaste como Murube-Urquijo. Es por ello que el que fuera último representante familiar de la ganadería, Carlos Urquijo, haya querido sumarse a esta campaña popular que velará por la protección de un monumento que evidencia un preocupante estado de conservación, sin que el Ayuntamiento de Sevilla y la Junta de Andalucía asuman su restauración.
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