CORPUS GRANADA 2024
Apasionado y memorable regreso (y despedida) de Enrique Ponce en Granada
La afición granadina obliga al torero de Chiva a dar dos vueltas al ruedo tras cortar tres orejas y dejar una mágica faena de despedida en su regreso a una plaza española; El Fandi se sumó a la fiesta, también por la puerta grande
Granada
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Iniciar sesiónFue la plaza un clamor a las siete de la tarde, a las nueve y media y las diez y veinticinco de la noche. Desde el caluroso recibimiento hasta su mágica faena al cuarto y su apoteósica puerta grande. Había elegido Enrique Ponce la Monumental ... de Frascuelo como punto de partida de su gira española de vuelta y despedida de los ruedos. Aquí hizo en 1990 la mili «en el sexto reemplazo del Parque de Artillería» –Luis Miguel Parrado dixit–. Y como si volviera a jurar bandera, desencapsulado de un bote de formol, aparecía el torero de Chiva con el mismo talle que hace casi treinta y cinco años. Se erizaba la piel viendo la emoción de su rostro. También querían desfilar las lágrimas por la jura de sus pómulos mientras el rugido infernal de los tendidos decía adiós al gran maestro de Valencia. Mejor que una placa de despedida le entregaron a Regalito, que hacía honores literales al sentido de su nombre. Fue este cuarto de Domingo Hernández un obsequio de quilates para este orfebre del toreo. Su desmayo por chicuelinas, su prodigio en redondo y su entrega de hinojos daban cuenta del delirio de quién podría llevar décadas retirado, pero que ha vuelto sólo dos años después de haber difuminado su estela por el estío pospandémico para exclusivamente ponerle la rúbrica de la excelencia a su definitiva despedida. Granada, que parecía una romería quince minutos antes de la obra maestra entre bocadillos y neveras, fue el más solemne de los templos cuando tocó honrar a Enrique Ponce.
Ya había dado la jubilosa vuelta al ruedo con las dos orejas de Regalito cuando, casi compungido sobre la boca de riego, le obligaron a reanudar por la segunda raya del tercio la que era ya su tercera vuelta al ruedo de la tarde. Más bien noche. Fue Regalito un punto de inflexión en esta inauguración de la Feria del Corpus de Granada, tan blandita por la deficiente presentación y limitada raza de los toros de Domingo Hernández. Tuvo este cuarto la virtud de la entrega, que además se quiso quedar en las telas, siempre acertadas sobre las manos del mestre Ponce. Fue sublime el quite por chicuelinas, dejando caer sus manos mientras deslizaba su cintura al compás del noble animal. Aunque protestó en el caballo, queriendo siempre quitarse el palo, se entregó la extraordinaria muleta del valenciano, recién aterrizada de la nave del tiempo. Encontró rápida la colocación que no había terminado de descifrar ante el primero, al que después iremos. Se encontraba Granada con un Enrique Ponce apasionado, acertado en todo su conjunto, sublime al natural. Que empezó citando al pitón de fuera hasta conseguir desengañarlo en líneas paralelas para después reunirse en naturales con sello de autor. Por el derecho, pese a plantear la tan criticada noria, ponderaba por encima su lentitud y elegancia. No se cansaba Ponce ante el noble Regalito, al que después de sus habituales 'poncinas' también quiso cuajar de rodillas. Fue la estocada, ahora sí sobre la yema, la digna rúbrica a una despedida con honores.
Mucho antes de todo aquello se encontró aún por calentar con Catacaldos, un toro alto, escurrido y de pobre cara que entre su innegable mansedumbre tuvo disparos y violencia. Fue ésta la prueba del algodón para un Enrique Ponce que no sólo no se arrugó, sino que terminó, como siempre acostumbró, buscándole las vueltas hasta al menos sentirse vencedor. El puyazo de Manolo Quinta hizo mucho, como la serreta del torero entre doblones. Más abierto el compás de lo habitual, lo terminó entendiendo junto a la meseta de toriles, donde la espada se enterró con poco decoro para el digno conjunto.
Fue Granada un festín, en la ética y en la estética. Con el siempre idolatrado Fandi y en el día grande de su festividad. Una fiesta total. La gente disfrutó con los toreros... y con la merienda. ¿Cómo se puede comer tanto? Bocadillos de jamón, de queso, de chorizo; mediasnoches y saladitos de las pastelerías locales; tortillas de patatas... hasta costillas de cordero. ¡Tremendo! Tan disparatado el asunto que más de uno cambió el habano por el cigarro aliñado. Minutos antes de aquella exagerada merienda, con el cronista aún sin marear, se había encontrado El Fandi con Duendecillo, un coloradito con un talento extremo, sólo empañado por su tinte mansito, irremediable cuando la faena llegó a su ecuador. Que hasta en las tablas embistió con entrega. Como el torero, más recuperado de su lesión lumbar y más fino en su tipo. Más dulce fue Repatriado, el quinto, hondo en su forma y franco en su embestida. Lo toreó a placer el ídolo de la tierra a media altura, por donde mejor explotaba este quinto su extraordinario tranco. Mientras que Ponce se llevó un Regalito y El Fandi dos premios, a Castella le dejaron la bolita incómoda de la mañana, con un lote ausente de poder, casta y celo. La primera oreja, más que por su buena estocada, fue una manera de subirlo al remolque de los compañeros. No pudo ser.
Feria del Corpus 2024
- Plaza de Toros de Granada. Jueves, 30 de mayo de 2024. Día del Corpus Primera corrida de la Feria. Tres cuartos de plaza de un aforo de 12.000 localidades. Dos horas y cincuenta minutos de festejo. Presidió Ana Belén Álvarez. Se lidiaron toros de Domingo Hernández, de desigual presentación, creciendo en volumen en el último tramo, con más mansedumbre que bravura, aunque destacaron cuarto y quinto por su estilo. 1º, manso y violento; 2º, manso con talento y alegría; 3º, sin raza; 4º, con entrega y estilo; 5º, ritmo y franqueza; 6º, sin celo.
- Enrique Ponce, de grana y oro. Bajonazo (oreja); estocada (dos orejas y dos vueltas al ruedo).
- David Fandila 'El Fandi', de blanco y plata con los remates en negro. Pinchazo y casi entera (oreja con petición de la segunda); aviso entre pinchazo y estocada (dos orejas).
- Sebastián Castella, de azul noche y oro. Estocada (oreja); estocada (silencio).
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