Andalucía es tauromaquia

Un año con muchos momentos para recordar, y nombres dignos de resaltar. Como el de un Morante que prendió el 'chupinazo' de la que resultó ser la temporada más dura de su carrera, el de un Juan Ortega que se consagró como el torero de culto al que admiran aficionados y toreros por igual, el de un Daniel Luque que se sobrepuso a los escollos impuestos, el de un Roca que sigue siendo el Rey, el de ganaderos como Santiago Domecq que honraron la bravura, el de maestros como Paco Camino o Pepe Luis Vázquez que nos pellizcaron el corazón o el de políticos como Antonio Sanz que combinan con la misma solvencia el chalequillo de las emergencias con la chaquetilla de las tardes de toros, un consejero de la Presidencia que logró la necesaria actualización del reglamento taurino para convertir a nuestra comunidad en el espejo en el que todas las demás se quieren mirar.

Andalucía es más tauromaquia que nunca cuando el 28 de febrero, entre panes con aceite y banderas escolares, se programan festivales y corridas para presumir de nuestra identidad. Cuando un club histórico como el de Pineda transformó el césped de su hipódromo en el verdoso ruedo de un coso taurino o cuando una histórica plaza como la de Écija se llenó para salvar la techumbre de una ruinosa iglesia local. Andalucía huele a tauromaquia en sus dehesas, en sus pueblos más escorados y por supuesto en una Maestranza que cada mes de abril vuelve florecer y que este año proclamó tres nuevos príncipes: Daniel Luque, Roca Rey y Miguel Ángel Perera. Tres altezas, a la vera de un monarca. Que se llama Morante y que sigue siendo dueño y señor del trono de esta plaza. Un templo que el pasado 15 de abril proclamó nuevo heredero, tras el susurro de Juan Ortega a los dioses de lo eterno. Un torero transversal, capaz de replicar el eco romántico de su tauromaquia en la Andalucía más oriental. Fue en Almería donde obró nuevamente el milagro ante la excelencia de El Parralejo.

Pero Andalucía es mucho más. Son Jerez, Córdoba y Granada, o la orgullosa reapertura marbellí tras los años del sectarismo más oscuro. También lo son Algeciras y, al otro lado de la bahía, la coqueta plaza de La Línea donde la gallardía de Borja Jiménez se encerró a solas con la categoría de Victorino Martín. Siguió Huelva, llena para ver a Roca y perpleja ante la entrega de su paisano David de Miranda. Y El Puerto, escenario de la gran tarde veraniega de un Morante que parecía recuperado y del sentido y hondo homenaje aguadista al niño de San Bernardo. También lo son Málaga y la escoba de barrer de Fortes, que merece más, mucho más. Y lo son tantas fiestas patronales del 15 de agosto. O el día 28 en Linares –¡Ay Linares!–. Tantos kilómetros de costa como festejos por la geografía andaluza. Un año para el recuerdo... como el que vendrá. ¡Que llegue pronto el 2025!