TOROS EN SEVILLA 2025
Alcurrucén rinde culto a la hechura y la clase: elogio del toro bravo en la Maestranza
Hasta cuatro toros hicieron las delicias de Sevilla, encabezados por los excelsos Pelucón y Profesor, despedidos entre ovaciones y con las orejas puestas
David Galván cuaja la tarde de su vida, lanzada al vacío con su preocupante descabello; aunque aún más preocupante fue lo de El Fandi, o lo de Ramón Valencia por volver a contratarlo
Se habían descolgado las figuras de la corrida de Alcurrucén y sus propietarios, conocedores del poco éxito del año anterior, asumieron con elegancia este papel secundario en el abono de la Maestranza. Si respetable fue la decisión de los Martínez-Conradi, ... elogiable fue también la categoría de los Lozano para mantener su compromiso con Sevilla. Claro que su cartel –obviemos que lo inauguraba El Fandi– venía abrigado por dos toreros sin marchamo de figura aunque con talento y fondo como para revertir la situación. Que es lo que ocurrió cuando David Galván, proscrito del toreo hasta hace dos temporadas, se encontró con Pelucón, un prodigio de clase y ritmo que lo elevó a la cima de la Maestranza para que esculpiera su obra cumbre e hiciera resurgir de manera definitiva su carrera, que es lo que parecía haber logrado segundos antes de desbaratar con la espada tanto bueno como hizo. Trajeron los de Alameda de la Sagra la corrida que tanto reclamaba Sevilla, con tres toros de gran categoría. Apostaron por la hechura, rebuscaron entre familias y prepararon la corrida como si fuese la última bala de su intachable carrera. Y con ella dispararon al corazón de la Maestranza. ¡Ay, si esta corrida hubiera salido un día después! Elogio del toro bravo, gloria a Alcurrucén y magno homenaje a don Pablo Lozano, 'la muleta de Castilla'.
Aparecía en el librito de mano como apoderado por primera vez en la temporada, en 'su' temporada, Antonio García Jiménez (Toño Matilla para los taurinos) como representante del veteranísimo David Fandila 'El Fandi', primero de los muchos avezados diestros que traerá durante el serial y no el primero de los muchos por los que ha intermediado en este curso (pongamos que hablamos de Rubén Pinar ayer, o de Ginés Marín hoy; vendrán más). Se trata del inexplicable aliado de Ramón Valencia con el que aún no ha ganado un solo concurso público pero que anualmente (este año más que nunca) le coloca todo el estocaje del escalafón. Vendrán estos días Manzanares, Castella y Perera, aunque hoy nos centraremos en el paradigmático caso del granadino Fandi, otrora mediático y portentoso matador, hoy difuminado y limitado física y artísticamente, que emborronó la categoría de Profesor, el maestro de la bravura que abandonó la Plaza de Toros de Sevilla bajo una rotunda ovación camino del desolladero, con las dos orejas puestas y veinte pases por descubrir. ¡Los toros también necesitan suerte en el sorteo…!
Los ciudadanos nunca llegamos a conocer el verdadero origen del coronavirus, seguimos pendientes de saber qué ha sido esta «desconexión eléctrica» y nos quedaremos con el interrogante de por qué Ramón Valencia le sigue concediendo tanto poder a Matilla en la Feria de Sevilla. Que nos siga colando anualmente a El Fandi, torero que recorre todas las gacheras de España, debería tratarse como agravante en el juicio final de Pagés. Tampoco exculparemos hoy a la Banda Tejera por arrancar tan festivamente a tocar en aquel interminable rodillazos de Fandila. Esperemos que fuera en honor a la categoría del toro, que tomaba la muleta con carácter y empuje y salía de ella con muchísimo talento.
Como talento cantó en su salida Pelucón, segundo de la tarde y toro del reencuentro y estallido de David Galván en la Maestranza. Venía de escuchar seis avisos y ver cómo le devolvían dos toros al corral unos días antes en Zaragoza. Llegaba a Sevilla diez años después de su última actuación, dentro de esta especie de resurgimiento que vive su carrera gracias al apoyo postrero de Enrique Ponce y el espaldarazo final de San Isidro. Y se ha encontrado, en el que parecía ser el último cartucho de su canana, con Pelucón, el toro con el que Alcurrucén le ha rendido culto a la hechura y a la clase. El toro con el que sus hermanos e hijos le han rendido el gran homenaje a don Pablo Lozano, que desde el palquillo del cielo daría botes de alegría de ver cumplido su sueño de entrar por derecho en la Maestranza.
Un espectáculo en su lámina, de extraordinario cuello y armónica expresión. Cantó muy pronto en su salida su excelsa condición; sin encelar, pero colocando la cara con una personalidad soberbia. Se abría en los vuelos y sin derrotar en su huidiza salida; y fue a más a pesar de su paso por el caballo, finalmente derribado. Juan Carlos Rey, matador de toros y ahora banderillero, captó a la perfección lo que pedía este Pelucón: suavidad, vuelos por delante y apertura de caminos. Lo bordó con sólo tres lances. Había llegado Pelucón a la muleta a punto de hervir, con Galván brindando en los medios antes de cuajarle un premonitorio inicio a una mano, encajada su bella figura y cambiándose la muleta de una a otra mano por arriba y por abajo. Sin probaturas, comprometido y entregado, bordó dos series con la diestra: a media altura, sin exprimir al animal aunque muy lentito al ritmo que le pedía. Los remates eran bordados entre larguísimos cambios de mano y pases de pecho al hombro contrario. Se recreaba en los desplantes y la Maestranza se hundía entre «bieeen» y oles con ronquera. Fue extraordinario su cierre por naturales: dos y el de pecho, pero cómo fueron los dos últimos, casi en circunferencia. La pieza cimera de su carrera, emborronada nuevamente por la espada. Estocada pescuecera y cuatro descabellos: de dos orejas, a una ovación. ¡Este toro no se podía ir con las orejas puestas, jod...! Se llamaba Pelucón, nació en octubre de 2020 y pesaba 558 kilos. Honor al toro bravo.
Sin su excelencia, aunque también portando el triunfo sobre su bandeja salió Favorito, quinto de la tarde con el que Galván, de haber enterrados dos buenas y letales estocadas, hubiera podido abrir la Puerta del Príncipe, esa puerta reservada para los elegidos que, en momentos como éste, no dejan pasar la oportunidad. Fue éste otro gran toro de Alcurrucén, de gran embroque y nobleza aunque menos humillador. Pese a abusar de las líneas paralelas, impactó por su entrega, estética y carisma. Ovación para ambos.
Se llevó Ginés Marín el lote más 'torero' de los tres. Hermoso era Pianero pese a su punto despegado del albero, y también guapo fue Librero, el único desterrable de la sublime corrida. Con Pianero, tercero de la tarde, dejó Ginés buenos momentos, aunque eléctrico y apático por momentos. Más preocupado del siguiente muletazo que del que esbozaba. Estrecho en su acapachada y tocadita cara, fino, un punto despegado, descolgado de cuello, recortado de longitud y poco atacado de peso: el toro de Sevilla, con el hierro de Alcurrucén. Se traía Ginés la muleta antes de vaciar la embestida como tratando de preparar el siguiente. Así es imposible lograr la hondura. Mejor con la izquierda, colocado y ordenado, aunque le faltaba ese final al animal para redondear las series. Tuvo quince pases, que se los dio Ginés, como si se los diera a una becerra. En fin...
Real Maestranza
- Plaza de Toros de Sevilla. Miércoles 30 de abril de 2025. Quinta del abono. Media plaza. Dos horas y treinta minutos de festejo. Presidió Gabriel Fernández Rey y debutó como asesor Rafael Torres. Se lidiaron toros de Alcurrucén. 1º, noble aunque justo de empuje; 2º, de extraordinaria clase y ritmo; 3º, noble y con calidad; 4º, bravo, con empuje y talento (fuertemente ovacionado en el arrastre); 5º, de buen embroque y formas aunque poca humillación; 6º, sin poder.
- David Fandila 'El Fandi', de berenjena y oro. Pinchazo, estocada y descabello (silencio); pinchazo y estocada (silencio).
- David Galván, de malva y oro. Aviso entre estocada pescuecera y cuatro descabellos (ovación); aviso entre estocada casi entera y dos descabellos (ovación).
- Ginés Marín, de azul noche y oro. Aviso tras pinchazo y más de media (ovación); estocada (silencio).
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