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Encierros de La Puebla del Río

Un abrazo victorioso, una jornada memorable: «Gracias por volver, Morante de la Puebla»

Fiestas de San Sebastián

El retorno de Morante a la organización de los encierros de San Sebastián desbordó de emoción y afluencia a la localidad cigarrera

La gallardía de un forcado portugués y la dificultad de un encierro demodé

Los vecinos de La Puebla del Río portaron una pancarta de agradecimiento a Morante de la Puebla Juan Flores
Jesús Bayort

Jesús Bayort

La Puebla del Río

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Eran las siete y veinte de la tarde en la Huerta de San Antonio, palacio papal del morantismo. Los exhaustos forcados, con sus atuendos hechos jirones, se desvestían junto al despacho de Joselito el Gallo, rey de los toreros. Veinte metros ... más adelante, en el salón mayor de la finca, dos hombres se fundían en un abrazo. Pedro Jorge Marques, pieza clave en la etapa más gloriosa del último gran genio del toreo, y José Antonio Morante, hacedor de una festividad que ya merece ser catalogada como Bien de Interés Turístico Internacional. Sus caras no podían ocultar las horas de desvelo, de preocupación. «Enhorabuena, lo hemos logrado», le decía el uno al otro. Y no hacían falta más palabras. Ese abrazo encerraba todo lo demás. Dos años lastimándose desde el destierro, varios meses soñando con tomar las riendas de esta festividad y dos semanas como adjudicatarios de trabajo tenaz, sin descanso. Que terminaron regalándoles el mejor de los resultados: un pueblo entregado y unos visitantes fascinados. En definitiva, dos hombres colmados de felicidad.

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