Serafín Marín, tras la cornada de Las Ventas: «Llega el día clave para poder salvarte y en una décima de segundo el toro te lo trunca en el primer lance»
El catalán atiende a ABC y cuenta que se encuentra dolorido, aunque ha pasado la noche sin fiebre
Marín pudo apenas pegar dos verónicas al primero, cuando le pegó un cornalón de 30 cm, aunque sueña con volver a la Monumental madrileña: «Según me han dicho, el año que viene van a contar conmigo»
Serafín Marín sufre una cornada de 30 cm en Las Ventas y Luis Gerpe se reivindica en un complicado desafío
Madrid
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Iniciar sesiónEl domingo se celebraba en Las Ventas el segundo desafío ganadero. Volvía a la Monumental Serafín Marín, ausente el año pasado y que afrontaba así el compromiso más importante de su temporada. Pero, como bien se dice, el hombre propone y el toro ... descompone: Estafador salió, y con él se asentó muy rápido un dispuesto Marín. En cuestión de segundos, el de Monteviejo hirió al catalán en una eterna cogida, que tuvo como resultado un tabaco de 30 centímetros y una brecha en la cabeza.
Esta mañana atiende a ABC desde el Hospital Fraternidad-Muprespa Habana, donde ha pasado la noche sin fiebre, y con los dolores lógicos: «Me duele todo el cuerpo, estoy como si me hubiera pasado un camión por encima ahora mismo», cuenta el torero desde su cama del hospital. «Lo que más me molesta es la cabeza por el golpe que me dio en el suelo, que me ha dejado un poquito aturdido. Pero creo que entra dentro de la normalidad de un porrazo de esa dimensión», relata con tranquilidad Marín.
Sobre los instantes de la cornada, explica cómo lo vivió: «Cuando le di los dos capotazos de prueba, vi que el toro embestía fuerte, pero iba un pelín por fuera, por decirlo de alguna manera, y cuando le di el primer lance, vi que pasó, y yo creía que iba a ser todo igual, que iba a embestir con fuerza, pero iba a medio girar la cara». Así que Serafín decidió asentarse rápido, y la primera verónica pasó bien. «Al cogerme tan asentado, el toro cogió los vuelos, pero de repente cambió la trayectoria como un tiro a por mí».
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Ahí no hubo tiempo de reacción, y «fue todo muy rápido, porque me empaló, me lanzó, y antes de caer me cambió de pitón. Al lanzarme otra vez fue cuando me pegó la cornada, y en la caída fue cuando se me abrió la cabeza». Hubo un segundo que se entretuvo con un capote, «pero fue una décima. Yo miré para levantarme, pero no me dio tiempo, y el toro me vio. Ahí fue cuando me tiró otra vez al suelo y me cogió otra vez. A partir de ahí ya no puedo decir nada más, porque estaba muy aturdido, me dolía muchísimo la cabeza», aunque en ese momento no sabía si llevaba la cornada por el mareo. Una vez en la enfermería, «me quejaba muchísimo de la cabeza. Me preguntaron que por dónde me dolía, me tocaron... Yo pensaba que iba a ser menos, pero ahora he visto que es una cornada bastante fuerte, porque es medio muslo abierto».
Le comentaban amigos que tal vez se puso a lancear sin demasiadas probaturas, pero «somos toreros, y estamos en Madrid. Aquí no puedes estar a medias tintas: o lanzas la moneda o te quedas en tu casa. Yo conozco a esta plaza, que me ha visto siempre lanzar la moneda, y no voy a dejar de hacerlo».
Con todo, lo que más le duele al torero es la frustración de no haber podido realizar nada más que dos lances: «La pena es que te estás preparando desde que te dicen que vas a Madrid, sacrificándote, como cualquier torero; con la lucha continua, la constancia, el entrenamiento, ir al campo, pedir favores…», todo porque la Monumental le viera. «Y luego llega el día clave para poder salvarte e intentar que la temporada siguiente la cosa se ponga de otra manera, llega el toro, y en una décima de segundo te lo trunca en el primer lance. Eso deja chafado, porque no me dio ninguna opción para poder hacer algo».
El torero se siente en buen momento, aunque «no he toreado este año, llevo muchos años y nunca he dejado de prepararme». Tomó la alternativa en en el 2002, en la añorada Monumental de Barcelona, y ahora mismo «me encuentro en un momento de madurez bastante bueno, disfruto estando en la cara del toro, y me hubiera gustado que lo hubieran visto». Pero uno lleva sus ideas, y el toro lo cambia. «Al fin y al cabo, es el que manda».
¿En 2026 Las Ventas verá a Serafín Marín anunciado?: «Yo no sé nada, pero según me han dicho, el año que viene iban a contar conmigo. Esperemos que sea pronto, y a ver qué sucede». Sea a principio o a final de temporada, «la cuestión es que nos coja preparados como hasta ahora, y no queda otra que seguir sacrificándose, entrenar, vivir para esto. Por eso es una profesión tan difícil y tan dura. Hay que tener una capacidad de sacrificio fuera de lo normal para que cuando lleguen estos momentos no te afecten mucho».
Las primeras manos que atendieron al torero fueron las del doctor García Padrós, cirujano jefe de Las Ventas, que cuenta que, pese a la extensión de la cornada, «es muscular, y afortunadamente no toca ni arterias ni venas importantes». La brecha «era una herida pequeña que se suturó, y luego tenía otra producida, seguramente por el traje, por el cuello, en la parte occipital». Pero la importante era la del muslo, y «se hizo lo que hacemos siempre: limpieza de la herida, sacar todos los tejidos machacados, suturar todo lo que se puede, y poner un drenaje para que vaya expulsando todos los líquidos que se van produciendo».
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