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ABC Cultural

SAN ISIDRO

No es de Galapagar, pero se mira en el espejo de José Tomás: su nombre, Víctor Hernández

El de Los Santos de la Humosa pisa el terreno que quema y quiere hacer el toreo de verdad: corta la única oreja a una alimaña del Pilar, tobillera a lo Victorino y revolviéndose, y la espada le frena la salida a hombros en el sobrero; a Galván le niegan el premio y da dos vueltas al ruedo en un Madrid bizcochón

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Víctor Hernández, con Busca-Oro, la alimaña tercera de la corrida del Pilar efe
Rosario Pérez

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Llegó un tieso y pisó los terrenos que queman, el sitio de la verdad, con una colocación pura y aires tomistas. Se nota que Víctor Hernández bebe en las fuentes del dios del toreo, que su tauromaquia se refleja en el agua de la ... pureza. Aunque no haya nacido en Galapagar, sino en Los Santos de la Humosa. Qué bárbara sinceridad la suya, con una entrega desnuda, con un valor seco capaz de cruzar barreras incluso con un toro de enfermería. El hierro del Pilar llevaba el Busca-Oro tercero, que se movía como una alimaña de Victorino: metía el morro, pero husmeaba los tobillos, revolviéndose en un palmo. Y sobre una moneda de las antiguas pesetas, las de color dorado, se asentaba Hernández, jugándose las espinillas y las femorales, cruzándose al pitón contrario, en una apuesta cabal y loca a la vez. Porque de locura era adentrarse en ese territorio frente a aquella prenda, con una exposición brutal, con el compromiso con el que se viene a ser gente en Madrid. Donde se puso Víctor pocos se ponen. Y menos aún con el tal Busca-Oro, sacado de una novela en blanco y negro del Oeste lapidario.

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