Rotundo triunfo de Rufo, que corta cuatro orejas y rabo, y sale a hombros con un templado Talavante

Un lío le montó el rejoneador sevillano al primero, de Los Espartales. El toro era pronto, y siguió con ritmo la cabalgadura de Ventura, que aprovechó hasta la última acometida de su oponente, con muchísimo temple y en unos terrenos ajustadísimos. Faena importante, que levantó al público de sus asientos en numerosas ocasiones. Sin embargo, el mal uso de rejón de muerte dejó todo en una ovación. Menos suerte tuvo en el cuarto, que se echó hasta en tres ocasiones. Lo exprimió al máximo, y como el maestro que es, supo estar muy por encima. Cortó una oreja tras un pinchazo.

Muy templado estuvo Talavante con el segundo. Sin emplearse en la puya, a punto estuvo de doblarse de manos varias veces. La buena lidia de Fini lo mantuvo en pie, pero se le notaba la falta de fuerza y la casta justa. En el cambio de tercio, el toro corrió a chiqueros, y allá se fue Alejandro. Se lo logró sacar al tercio con molinetes, y ya, en los terrenos que quería el de Juan Pedro, lo toreó con mucha suavidad. Naturales a cámara lenta, dos importantes tandas con la diestra, y un final por la izquierda a pies juntos. Faena medida, entendiendo bien al oponente, logrando que no se saliera de la muleta, que refrendada con una gran estocada era merecedora del doble trofeo. Pero, como ya le viene ocurriendo al extremeño muchas veces esta temporada, el presidente concedió sólo una, pese a la insistencia del público para que sacara el segundo pañuelo.

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Talavante salió con todo en el quinto: recibió a Alférez con dos faroles y buena media. Brindó a los presentes, y comenzó torero sacándose al de Juan Pedro, dejando un gran cambio de mano. El toro calamocheaba, y lo llevaba el torero siempre cosidito a la muleta, que prácticamente no tocó, pese al feo defecto en la embestida. Un ayudado por alto rodilla en tierra, una templada arrucina, y unas manoletinas precedieron una estocada entera algo desprendidilla. Oreja y puerta grande.

Verónicas, delantales y chicuelinas rematadas por una bonita revolera hicieron que Rufo se luciera con el capote. Brindó a sus paisanos Tomás, y de hinojos de hincó en el tercio para comenzar la faena de modo explosivo, toreando sensacional. La gente ya estaba como loca con su torero. El buen toro de Santiago Domecq respondió bien a la exigente faena que le planteó el de Pepino, con muletazos muy largos por ambos pitones, y refrendados por pases de pecho prácticamente circulares. Finalizó la faena con una tanda por la derecha sin montar la muleta, muy bonita, y unas luquesinas muy despaciosas que pusieron al público en pie. Una estocada que dejó al toro reventado en segundos le hizo merecedor de las dos orejas y rabo, y se premió con la vuelta a Heráldico.

El sexto fue más complicado. Fue el que mejor tomó la vara, dejando el picador de Rufo un gran puyazo en lo alto. Se desmonteraron Sergio Blasco y Fernando Sánchez tras un gran tercio de banderillas. Pero después, se quedaba siempre corto y no tenía clase. Lo mejor fue una tanda de naturales, que dio de uno en uno. Se tiró recto Rufo con la espada, echando el toro la cara hacía él, y a punto estuvo de prenderlo. Un golpe le dio, porque el torero hizo gestos de dolor. Aunque se le olvidó todo al cortar dos orejas más, y salir de forma apoteósica por la puerta grande, en la que estuvo acompañado por muchísima gente joven.