Pipo 'el Descubridor', un apoderado irrepetible
Tal día como hoy, pero de 1987, fallecía el hombre que lanzó la carrera de Manuel Benítez 'El Cordobés', con una visión publicitaria sin precedentes en el mundo del toro
Madrid
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Iniciar sesiónTal día como hoy, un 15 de noviembre, pero de 1987, fallecía Rafael Sánchez 'El Pipo', descubridor de El Cordobés. Como evocaba José Luis Suárez-Guanes aquel día, se extrañaría su inconfundible sombrero en las plazas de toros y en los vestíbulos (lo de ' ... hall' es propio de cuadrillas milenarias) de los hoteles, donde 'vendió' como nadie la figura del Huracán de Palma del Río que aprendía a morir.
Ya no quedan románticos como el que pasara de vendedor de mariscos a apoderado, del hombre que sentía devoción por Manolete, tanta que cuentan que se arruinó por seguirlo. Fue representante de muchos, como Capetillo, Tirado, Curro Vázquez o José Fuentes, al que sacó un sembrado eslogan: «Linares nos lo quitó, Linares nos los devuelve». El Monstruo, siempre presente.
Pero, sin duda, su gran obra fue El Cordobés, el 'robagallinas' que quería sacar a su familia de la penuria y acabó lanzando billetes a sus partidarios desde el balcón del hotel. «O te compro una casa o llevarás luto por mí». ¿Hay genialidad mayor? Sin precedentes su visión publicitaria. Ya no quedan apoderados así. Ni a su sombra alcanzarían. Irrepetible Pipo 'el Descubridor'.
«Yo quería creer que tu enfermedad era una estratagema para salir en el periódicos, para que se hablara de ti cuando ya no apoderabas a ningún torero. Pero Juan Antonio Ceballos me da la dolorosa noticia de que ya te llevan camino de Córdoba para dormir el sueño eterno a la vera del Monstruo», escribió Vicente Zabala Portolés en ABC. Y seguía su 'En todo lo alto': «Supongo que a Manuel Benítez le habrá entrado algo por el cuerpo. Juntos empezasteis una andadura escandalosa, cuyos ecos, no sé si beneficios para nuestra fiesta nacional, todavía no se han apagado». Como «bohemio, taurino quijotesco y esencialmente un hombre bueno» lo definía. Y añadía Suárez-Guanes: «El Pipo tuvo imaginación, su entusiasmo por todo lo que consideraba suyo. Fue un genio de la publicidad. Revolucionó esa parcela de la Fiesta, en la que no lo superaría nadie. Pero, sobre todo, fue un aventurero soñador y un romántico».
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