FERIA DEL MILAGRO
El milagro de Illescas fue una delicia de faena de Juan Ortega
Seis orejas se repartieron Talavante, Fernando Adrián y Juan Ortega, pero de muy distinto valor
Decisión, temple y torería con todo a la contra, a la espera de Morante

Con un excelso ramillete de verónicas recibió Juan Ortega al cuarto de la tarde, con dos por el izquierdo en donde ya vió el torero cómo se deslizaba el animal por ese pitón. Toda la esperanza del mundo aguardaron los tendidos, tras este inicio. ... Y a fe que se satisfizo, porque una oda a los ayudados por alto fue el inicio de faena de Ortega. ¡Qué cadencia, qué despaciosidad! Y para remate dos cambios de mano, a cada cual mejor. Por el lado izquierdo fue… Y al natural basó la faena. Una faena eterna, porque así eran los muletazos. Estaba tan entregado e inspirado el sevillano, que hizo un atisbo de hacer una arrucina, aunque se lo pensó y acertó a cambiar sus intenciones por un precioso pase de las flores. La faena fue excelsa, con profundos doblones, y un final a pies juntos.
Para atrás se fue el octavo, un toro de Algarra que no se tenía en pie. Y salió Miedoso, que tampoco estaba muy sobrado. Vamos, a la par -o peor-, como ya se vio al derrumbarse en el primer muletazo. Lo intentó Ortega, pero el toro iba con un trote absurdo y calamocheaba. Mérito tuvo el sevillano, porque no le enganchaba. Lo intentó Juan a media altura con su consabida suavidad, pero el descangallado animal era imposible. Ahí quedó la faena al cuarto, lo mejor de la tarde y de muchas tardes.
La unión de Talavante y Duque comenzó en un muy prometedor inicio por bajo, francamente bueno. Pero ahí se quedó el toreo fundamental: mientras el de Daniel Ruiz metía la cara y obedecía al engaño con bravura, Alejandro prefirió tirar por su versión más superficial, basando la faena en luquesinas, manoletinas y demás 'inas', que calaron en el tendido. Talavante tiene calidad para cuajar a este toro con el toreo de verdad, pero si le piden dos orejas por desplantes, ¿para qué va a echar la pata pa'alante?
Mejor estuvo con el segundo de la tarde, escaso de fuerzas, que fue a peor tras darse una voltereta durante el segundo tercio, en que se hizo todo al revés, porque lidiar a un toro es ir a favor de sus condiciones, las que sean, no buscar exhibirse, algo parece buscar desde la temporada pasada un consentido Javier Ambel. Pese a eso, con la franela el extremeño le recetó una serie de naturales francamente buenos y trató de poner toda la alegría que le faltaba a su oponente.
A por todas vino Fernando Adrián: recibió a Jarenero con dos faroles en el tercio, quitó por saltilleras -con un susto sin consecuencias- y comenzó de rodillas en los medios, con un buen pase de pecho final. El toro, que en los primeros tercios fue distraído, tenía movilidad, fue su principal virtud. No humillaba y tenía una embestida muy incómoda, al hacer hilo en numerosas ocasiones. Terminó por roblesinas, con de Algarra intentando rajarse. La estocada, de mejor ejecución que colocación, fue letal y puso las dos orejas en las manos del madrileño.
El séptimo toro fue un animal difícil de ver: se puso desde el principio Adrián entre los pitones. Ahí Calabreso sólo topaba. ¿Pedía otra distancia o era esa su condición? Nunca lo sabremos, pero todo viene a indicar que lo primero. El caso es que llegó al aviso tras muchísimos muletazos, sin haber visto nada.
ILLESCAS
- Plaza de toros de Illescas (Toledo). Sábado, 8 de marzo de 2025. Lleno en los tendidos. Toros de Luis Algarra (1º, 2º, 3º y 8º) y Daniel Ruiz (4º, 5º, 6º, 7º y 8º bis).
- José María Manzanares, de azul marino y oro. Estocada corta atravesada (saludos). Estocada (saludos).
- Alejandro Talavante, de blanco y oro. Pinchazo hondo (silencio). Estocada (dos orejas).
- Fernando Adrián, de azul pavo y oro. Estocada rinconera (dos orejas). Pinchazo y estocada (saludos).
- Juan Ortega, de verde y plata. Media estocada (dos orejas). Estocada desprendida (palmas).
El que menos suerte tuvo en el sorteo fue Manzanares. Abrió la tarde un toro de Luis Algarra que, pese a renquear de los cuartos traseros, tenía la casta suficiente para querer ir al engaño del alicantino. Mucha clase mostró Librero por el derecho, por donde el alicantino dejó las mejores series. Pese a que la espada no quedó perfecta de colocación, el toro cayó fulminado. Tampoco tuvo mejor suerte con el quinto, un toro de Daniel Ruiz que ya salió parado y casi se pisaba la lengua desde el segundo tercio. Tuvo mérito José María sacándole lo que tenía, pero donde no hay, no hay. Dejó un estoconazo, marca de la casa y, para desconcierto general, el toro fue a morir a los medios. Qué curiosa es la bravura.
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