Juan de Castilla, tras su seria tarde en Las Ventas, donde le birlaron una oreja: «Sin la ayuda de Fernando Botero no estaría aquí»
El torero habla con ABC sobre su paso por Madrid el pasado domingo, su relación con el pintor, su trabajo fuera de los ruedos y la situación actual de la tauromaquia en Colombia
Juan de Castilla: Colombia tiene un torero
Fernando Botero desea suerte a Juan de Castilla antes de comenzar un festejo en 2016
Si hay algo complicado en el mundo taurino es que una plaza como Madrid se meta en una faena, y pida mayoritariamente una oreja para un torero, y más con una corrida tan dura como la del pasado domingo, un desafío ganadero entre Partido de Resina ... y Sobral. Pues eso le pasó a Juan de Castilla -el día de su confirmación además-, que sintió cómo Las Ventas se metía en su faena ante el quinto toro, un animal complicado con el que apostó mucho, tragó mucho, y al que ganó la pelea. Tras la estocada, salió una pañolada, que acabó en una importante vuelta al ruedo por la cicatería presidencial. «A pesar de que fue muy intensa por el toro, por la emotividad, las complicaciones y la dureza del animal, fue una faena muy pensada, muy desde la cabeza. Intenté hacerle las cosas todo para el toro», comenta el torero colombiano sobre esos momentos.
Ya han pasado algunos días, y ha podido analizar lo ocurrido. «Sé que todo lo que hice, lo hice muy a conciencia. No se me quedó nada en el tintero. Los errores que cometí, los cometí por intentar hacer de más, y no de menos nunca. Por exponer y no por conservar. Ahora pa´lante, y que sigan saliendo las cosas». Y es que, si algo caracteriza a este torero, es el optimismo. «Siempre intento ver las cosas con mucha naturalidad. Muchas veces la gente me dice que casi ni duermo, yo duermo cuatro horas al día más o menos, y no pasa nada, ya estoy acostumbrado. Pero por fortuna trabajo. Yo prefiero madrugar para trabajar, que madrugar para buscar trabajo. Prefiero incluso reventarme entrenando y tener un objetivo muy marcado a no tener ni ilusión para entrenar. Me siento un afortunado de vivir en estas condiciones. Siempre estoy intentando buscar las cosas positivas a todo. Eso hice con el segundo toro: yo sabía que el toro se movía y que iba a venir de largo. No sabía si venía por la muleta o por mí, pero yo sabía que venía».
Así se vivió en la plaza, y así lo vivió él, que tuvo claro desde el primer momento que iba a tirar la monera. «Cuando cogí la muleta, me dije 'nada, me voy a poner los medios, poner la muleta de largo y que sea lo que Dios quiera'. Creo que si me hubiese puesto a iniciar la faena por doblones o poderle no habría tenido tanto calado en la gente, ni habría llegado tan fuerte como fue exponer desde el minuto cero». Había que apostar, así lo entendió y así lo hizo. «Es verdad que fue un reto muy grande, pero en esta vez y en este momento salió bien. Sé que en otros momentos no, y que lo cobraré, pero que me lo cobren cuando tenga que ser. Aquí, por fortuna, salí ganando. Y si alguna vez me toca pagarlo, será una de esas deudas que pagas con gusto. Yo prefiero, aunque suene crudo, que me echen mano en algún momento por estar toreando, a estar en mi casa, triste y fastidiado, viéndolo por la tele, que bastante tiempo he estado parado ya».
«Tengo 29 años, tan joven, tan joven no soy. Me toca ir acelerando un poquito, porque ya estoy en un momento de decir ahora es el momento, antes de que se me haga más lejano» comenta sobre cómo ve el futuro. No obstante, joven es. De novillero ya había toreado en Las Ventas, pero el pasado domingo confirmó la alternativa, un paso más en su carrera. «Mi confirmación en Madrid la he soñado desde el momento en el que cogí una muleta y tuve conciencia de lo que era Madrid en el mundo. Siempre quise ir a Madrid. Por fortuna de novillero he ido tres veces, pero nunca una tarde tan deseada como la primera tarde de matador de toros. Siempre soñé con ese día, siempre soñé con que iba a ser una tarde muy especial, lo ha sido, no ha sido tanto como tanto como me encantaría, ni creo que fuera ni tanto como lo he soñado, pero sé que ha sido una tarde muy sincera, a pesar de no ser tan estética, fue muy ética, y creo que en eso está basado mi forma de entender la vida, forma de hacer las cosas, mi forma de caminar en el mundo, de la ética. Siempre hacer las cosas muy desde el corazón, muy desde adentro y sin trampa».
Juan, además de ser torero, trabaja en una empresa de mensajería, con un horario muy duro. Apenas le queda tiempo para dormir, pero la afición por el toro le animan a seguir, y poder compaginar ambas tareas. Se levanta cada adía a las 3:45 de la madrugada, para entrar a trabajar a las 5 de la mañana, hasta la 1 de la tarde. Después va al gimnasio , que lo tiene a cuarenta minutos de distancia, y allí está hasta las 3:30 más o menos, cuando llega a mi casa, come rápidamente y va a entrenar, hasta las 20:30 más o menos. Un no parar. «Cuando llego a mi casa por la noche, ducho y entro en estado de coma. Ya me quedo en estado zombie. Y al otro día me está sonando el despertador a otra vez a las 3:45 de la mañana para empezar un día. Es duro, pero por fortuna tengo la facilidad de que todos los primeros de mes tengo mi nómina para seguir entrenando, para seguir ahorrando con la intención de un capote o una muleta, o un tentadero para lo que me cueste la gasolina , y seguirme preparando, con la ilusión de que en algún momento se hagan las cosas bien y dejar de trabajar, y dedicarme solamente a mi profesión». Aunque hay días que ni tiempo a dormir tiene, cuando tiene algún tentadero en Andalucía o Portugal: «Me encanta conducir, pero yo no me explico cómo no me he quedado dormido a la carretera en los viajes largos, porque vuelvo de tentar a la 1 de la mañana, y es llegar a mi casa, ducharme, cambiarme e irme a trabajar sin haber dormido nada. Pero yo sé que valdrá la pena, yo estoy plenamente convencido de que el esfuerzo se verá reflejado en algún momento, y si la vida es justa, se acordará de eso».
El único que no se enteró de la importancia de la faena fue el presidente, que le robó una más que merecida oreja. Cuando arrastraban al de Sobral, el gesto del torero era de frustración y rabia. «Sentí dolor -explica-. Duele bastante cuando crees que te mereces algo, cuando la gente te lo está reconociendo, y por la creencia del presidente, no me dan la oreja». Pero Juan volvió a mostrar que siempre ve el vaso medio lleno, y que, como mostró en la cara del toro, le funciona la cabeza: «No le reprocho nada al presidente, y tengo una cosa muy, muy clara. Prefiero que Madrid diga que me quedaron debiendo una oreja, a que Madrid diga que me regalaron una oreja. Y prefiero que en el momento que vuelva a Madrid y corte una, o dos orejas y salga a hombros, todo el mundo esté convencido y todo el mundo esté de acuerdo, a que haya dudas de que ha sido larga … No, no, el día que corte una oreja o dos o tres, quiero que la gente diga: así es, se lo ha merecido, se lo ha ganado, y es un triunfo incontestable».
Uno de los principales artífices de la carrera de Juan fue Fernando Botero, tristemente fallecido este mismo mes. A él le brindó, junto a su familia, el toro de la confirmación. El genial artista desaparecido siempre estuvo pendiente de las corridas de colombiano, y fue un pilar fundamental en sus inicios: «El maestro me becó para venirme a España, del 2012 al 2013; luego tuvimos un relación en la que estaba pendiente de mis triunfos y de mis pasos, y yo le iba contando todo lo que iba haciendo. Siempre nos estábamos comunicando por correo, o nos comunicábamos mediante amigos, y el maestro siempre estuvo muy pendiente de mi carrera. La verdad es que sin la ayuda del maestro Fernando Botero, estoy 100% seguro de que no estaría aquí».
Finalizamos la entrevista hablando sobre el dramático y crucial momento de la Fiesta en su país, y comprobamos que manifiesta la misma sinceridad que utiliza en la cara del toro, dando el pecho, y sin pelos en la lengua: «La tauromaquia en Colombia está en un punto crítico», comenta. «Lamentablemente, los sinvergüenzas de los políticos lo han utilizado como un escudo, como un punto para ganar adeptos y ganar votos en los momentos más críticos, sobre todo cuando hay elecciones. Cuando no hay elecciones lo olvidan, y no pasa nada. Eso sí, cuando vienen las elecciones empiezan a ser animalistas y antitaurinos. Es una vergüenza lo que ocurre, porque los mismos que han atacado los toros han ido a callejones, o se han visto con toreros. O peor aún, defienden la vida de un animal -supuestamente-, cuando han sido guerrilleros, asesinando a personas, en la selva», como es el caso del actual presidente. «Es un punto de ignorancia tremendo, y la gente no sé cómo se come el cuento. Hay que enseñar que la tauromaquia es parte de nuestra cultura, nuestro patrimonio, y hay que defenderlo como tal, y ojalá que no sea muy tarde». A ese justísimo propósito nos unimos, porque la Fiesta sólo es una, un solo cuerpo con muchos brazos, y cada puñalada que sufra en cualquiera de ellos -sea en los países hermanos de Hispanoamérica, o en cualquier otro donde se halle presente la Tauromaquia-, lesiona gravemente a todo el mundo del toro.