Juan de Castilla, antes de su doble reto torista: «Voy a pasar más miedo en la avioneta que en las plazas»

El domingo toreó en Puquio, en el sur de Perú, a 3.200 metros de altitud, y este domingo afronta un reto mayúsculo en el que lo más fácil habría sido decir que no: por la mañana, a las 11:00, estará en la plaza francesa de Vic-Fezensac para despachar, junto con Sánchez Vara y Octavio Chacón, una corrida concurso de ganaderías (Saltillo, Palha, Prieto de la Cal, Veiga Teixeira, Conde de la Corte y Pages Mailhan) y por la tarde, a las 19:00, hará el paseíllo en Madrid con Rafaelillo y Jesús Enrique Colombo, anunciado con la de Miura.

«Toreé en Manizales (Colombia) en enero y a los dos días nos propusieron lo de Vic. Aceptamos. En Madrid estábamos en conversaciones y, de repente, nos comentaron que nos dejaban fuera de la Feria de San Isidro. Luego nos ofrecieron la de Miura y también contestamos que sí, claro. Nos preguntaron: '¿Saben que es el día 19 de mayo?' Y nosotros: 'Lo tenemos todo preparado'. A partir de ahí, empezamos a buscar aviones, avionetas, helicópteros... La verdad es que mi apoderado, Jesús Salas, ha hecho las cosas bien y ya está todo organizado», relata.

La primera idea era utilizar un avión con diez asientos para poder desplazarse con la misma cuadrilla de un lugar a otro, pero «nos pedían 14.500 euros, que es más de lo que me queda toreando las dos corridas». Lo descartaron, «seguimos buscando algo más modesto y encontramos una avioneta para cuatro personas». En ella irán el piloto, el copiloto, el torero y el apoderado. No cabe nadie más, así que Juan tendrá que contratar una cuadrilla para cada festejo.

Si todo va según lo previsto, desde la plaza de Vic marcharán a un aeródromo que está a 20 minutos. Allí despegarán sobre las dos y media de la tarde. El vuelo durará como mínimo dos horas y aterrizarán en Cuatro Vientos antes de las cinco, con el tiempo justo para salir pitando al hotel, cambiarse de traje de luces y deprisa, deprisa hasta Las Ventas. «No tengo miedo a volar, aunque estoy convencido de que voy a pasar más miedo en la avioneta que en las plazas. Es muy pequeñita, como un mosquito, y se va a mover bastante arriba y abajo», avanza.

La historia de Juan de Castilla (Castilla es el barrio de Medellín en el que se crió) resulta atípica y, sobre todo, de una tremenda superación personal. Vino a España con 17 años ayudado económicamente por el artista Fernando Botero, que financió el inicio de su carrera. Se instaló en Espartinas, el pueblo sevillano donde el padre de Espartaco dirigía una escuela taurina. Y cuando esta cerró, se trasladó a la provincia de Guadalajara apadrinado por Iván Fandiño. Residía en el Centro Internacional de Tauromaquia y Alto Rendimiento (Citar) de Fuentelencina con otros aspirantes a la gloria, la mayoría latinoamericanos como él.

El Citar es «exigente y perfecto para formar toreros», considera el colombiano. De hecho, ha engendrado unos cuantos matadores: Leo Valadez, Héctor Gutiérrez, Miguel Aguilar, Juan Sebastián Hernández...

De novillero toreó bastante. «Triunfé en Azuqueca de Henares y en Arganda del Rey y me llevé premios en Calasparra o en Arnedo. Las dos primeras temporadas las recuerdo con alegría y la tercera fue dura. Creo que esa etapa fue muy precisa porque, por una parte, actué en festejos que me ayudaron a hacer el toreo bueno y, por otra, me enfrenté a novilladas con dificultades», recuerda. Y menciona un novillo de El Jaral de la Mira, «grande como un armario», en Arganda o la tarde que se quedó sólo en Las Ventas debido a los percances de Filiberto y Luis David Adame y tuvo que matar cuatro novillos de El Montecillo, cortando una oreja y dando una vuelta al ruedo en pleno San Isidro.

La alternativa la tomó en su ciudad natal en enero de 2017, con Enrique Ponce de padrino y Roca Rey de testigo. Entonces, «iluso», pensó «que iba a torear más». Sin embargo, casi nadie le dio coba en España. Hasta la fecha, Juan de Castilla ha matado 42 corridas y apenas ocho han sido aquí (Roa de Duero, dos en Villaviciosa de Odón -donde recibió en el abdomen la única cornada que ha sufrido-, Moralzarzal, San Agustín de Guadalix, dos en Cuéllar y la confirmación en Madrid el pasado septiembre, con un toro de Partido de Resina y otro de Sobral, con el que también dio una vuelta al ruedo).

«Me siento con la capacidad de dar guerra en las corridas buenas, pero ahora mismo me abren las puertas en este tipo de corridas y no estoy para decir que no», admite. Por tanto, «encantado y ya embestirá un toro». Afincado en Guadalajara, mientras eso llega, cada día se levanta a las tres de la madrugada para trabajar en una empresa de reparto de paquetería, lo que le permite tener las tardes libres para entrenar.