Jeremy Irons, fascinado con Roca Rey: así fue el encuentro de dos titanes

Irons –ganador de los premios Oscar, Tony, Globo de Oro, SAG y Emmy–, cuya magnética mirada y voz grave han dado vida a inolvidables personajes, se acercó a la figura del peruano a través de 'Tardes de soledad'. Conocidísimo por su papel en películas como 'El misterio von Bülow', 'Lolita' o 'La misión', vio la cinta de Albert Serra acompañado de David Puttnam, el productor británico que alzó al Olimpo del cine obras maestras como 'Carros de fuego' o, la ya mencionada, 'La misión'. A través de la gran pantalla, ambos quedaron fascinados por la imponente verdad de Roca Rey en la película, pero fue en vivo y en directo, en su paseíllo en la Feria de Abril, donde estos dos titanes del séptimo arte quedaron plenamente cautivados del torero, en una tarde en la que cortó dos orejas y rozó la Puerta del Príncipe.

Así, la chispa se prendió con la cinta galardonada con la Concha de Oro en San Sebastián, pero esa curiosidad despertada se convirtió en pura fascinación con su tarde en la Maestranza en la duodécima corrida del abono hispalense. Y siguió por la noche, cuando ambas estrellas del cine se acercaron a la habitación del hotel para conocer de cerca a su nuevo ídolo. Allí mantuvieron una conversación íntima, en la que eran muchas las preguntas de Irons y Putmann, abrumados por la sinceridad y el magnetismo del torero. En ese encuentro, Roca Rey respondió a las preguntas de sus admiradores, desentrañando los misterios de su oficio y esa conexión casi mística con el toro. Fue un diálogo entre titanes de mundos distintos, pero unidos por la admiración mutua hacia lo auténtico.

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Tanta fue la conexión que la experiencia no acabó en la ciudad. Andrés Roca Rey les invitó a conocer de cerca el entorno del toro bravo y a presenciar un tentadero en 'La Consentida', su finca de Gerena. Viajaron en la furgoneta del matador, donde hasta 'recrearon' algunas de las escenas del documental, pues estos dos monstruos del cine comentaron que el diálogo con la cuadrilla en el furgón les había resultado apasionante.

Ya en la finca, descubrieron la otra cara del mundo taurino, la del campo, la de la paciencia y el respeto por una tradición de profundas raíces. El propio Jeremy Irons pisó con sus botas el polvo del albero y se animó a tomar el capote para sentir, en un simbólico instante, el peso de la responsabilidad, el peso del miedo... La emoción del toreo que traspasa pantallas.

El limeño ha compartido ese encuentro en su Instagram –«fue un placer estar contigo en casa, querido Jeremy; ¡qué día más bonito!»–, una cita entre titanes del celuloide y la tauromaquia, una prueba más de que su lenguaje universal, su misterio, es capaz de atraer a las mentes más brillantes. Una leyenda del cine, que busca el «quid de la creación» y asegura que «el arte no conoce fronteras», y el número uno de los ruedos. No será la última vez que se encuentren...