Fernando Adrián y Revoltoso, un toro de vacas

Abrió la tarde un toro que tenía la lengua fuera ya en banderillas, donde colocó dos buenos partes Trujillo. Lo había recibido antes Manzanares con templadas verónicas, perdiendo el toro las manos un par de veces. Pero los toros, cuando se les da un buen trato, suelen responder, si son bravos: se lo sacó José Mari toreramente a los medios, y con mucho mimo. Ese buen trato ayudó a que el animal sacara todo lo que tenía dentro, que no era poco: tenía recorrido, mucha calidad y repetía a la muleta, siempre puesta, del alicantino. Menos clase tuvo por el izquierdo, donde se le coló en varias ocasiones, yendo más rebrincado. Tras una tanda por ahí, volvió a la diestra, citándolo largo, y el animal allá que fue, aguantando las largas series que el poderoso diestro le daba. Tal vez faltó una última tanda rotunda por ese pitón, aunque la concesión de un solo trofeo supo a poco.

Con verónicas y chicuelinas recibió Manzanares al flojito cuarto. Embestía con un trote cochiquero bastante deslucido, y se quedaba corto desde la segunda tanda. Le costaba un mundo pasar. No obstante, técnico y meritorio estuvo José Mari, logrando que el toro no le enganchara en ningún momento e intentando alargar la embestida, lo que consiguió con unos más que destacables naturales, muy templados, pulseando muy bien. Lo mató con una estocada marca de la casa, en todo lo alto, que hizo caer al toro patas arriba en segundos. Oreja.

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Con todo venía Fernando Adrián: enjaretó tres faroles de rodillas en el tercio al segundo de la tarde. Quitó por tafalleras muy aplaudidas, tras un inexistente tercio de varas. Más distraído se mostró el de Daniel Ruiz en banderillas, y, al igual que su hermano, no anduvo muy sobrado de fuerza. La voluntad del madrileño es innegable, pero no terminó de entender la distancia del toro en ningún momento, y el buscar tanta cercanía a un animal que pedía su espacio, le hizo llevarse un susto. Gracias a Dios, ahí quedó la cosa. Pero, como decíamos, no se dejó nada dentro: comenzó por estatuarios, y finalizó con unas ajustadas manoletinas que terminaron de incendiar al público. Mató de un soberbio estoconazo que hizo rodar al toro en pocos instantes.

Con una bonita media belmontina remató Adrián su labor con el capote, esta tarde. Antes, había recibido al quinto y quitado por verónicas. Tras un buen tercio de banderillas, brindó a los presentes, y empezó la faena por alto. Largo lo citó en la primera tanda del toreo en redondo, y esta vez sí entendió mejor las características del astado, que tenía fijeza, iba largo, humillado, colocando la cara y con transmisión. El toro se quería comer la muleta y no se cansaba de embestir. Lo mejor fue una serie por la diestra, entregado, con la figura relajada, con muletazos profundos. No es fácil estar a la altura de este toro, y el madrileño supo estarlo, como también supieron verlo los aficionados, que le pitaban cuando intentaba pasárselo por la espalda o hacer circulares. Con este toro, estaba de más. Tras una tanda al natural con la derecha, se empezó a pedir de manera insistente el indulto. Una pena que el usía no supiera verlo, y se dedicara esta tarde a sacar pañuelos blancos, en vez del naranja... Como también fue una lástima el pinchazo previo a una casi entera arriba.

Roca recibió rodilla en tierra al segundo bis. El titular se partió el pitón desde la cepa cuando intentaba quitar el peruano. El animal se dejó algo más que sus hermanos en el caballo, y mostró prontitud en el segundo tercio. Se lo sacó Roca a los medios, yendo el de Daniel Ruiz presto a la muleta, aunque no con la clase del primero, lo que hacía que, si tocaba el engaño, se rebrincara pegando un pequeño gañafón. Como tampoco tenía excesiva fuerza, la faena pasó sin pena ni gloria, entre un amable silencio y algún pito de desaprobación, hasta que Andrés decidió meterse al público en el bolsillo con arrimones y circulares invertidos. La estocada le cayó baja. Más de lo mismo pasó en el sexto. No supo dar a su soso enemigo lo que le faltaba, recurriendo a efectismos, sin mucho éxito.