De la estremecedora voltereta de Mariscal Ruiz a los absurdos 'vivas'

Dura fue aquella imagen. Y complicado fue atender al último novillo, a la espera de las noticias de la enfermería, que fueron tranquilizadoras cuando se supieron: «Traumatismo craneoencefálico en observación más contusión extremo distal clavícula derecha, pendiente de estudio radiológico». Su primer animal provocó la lesión del subalterno Fernando del Toro en el tercio proximal de los aductores del muslo derecho, y poca historia tuvo aquel soso Fetén.

Pero no hay que dejar pasar por alto uno de los mayores problemas de la Fiesta: el tercio de varas. Es conocido el grito habitual del aficionado Alfonso Ibarra de: «Hay que picar». Sí, bueno, picar se pica. La cosa es que hay que picar… bien. Y eso en la actualidad es casi imposible de ver tarde a tarde. Abundan los puyazos bajos, que han llegado a provocar neumotórax en novillos, traseros, mal puestos y que rara vez se rectifican. Un verdadero desastre.

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Eso ocurrió con el tercero, el mejor de la noche. Un 'crack' fortísimo sonó cuando tuvo que echar cuerpo a tierra Juan Antonio Torrijos. Fue a recibir al novillo de presentación a portagayola, pero el animal fue hacia él, pegándole una patada muy fuerte en el tobillo derecho, que se escuchó en toda la plaza. Salió cojeando el chaval, pero como las ganas pueden más que nada, continuó en el ruedo. De lejos se arrancaba Dominguito para ir al caballo, pero Andrés Nieto hizo una escabechina, que se mereció bien el grito que se le dedica en la Monumental a los varilargueros que hacen barrabasadas. Tampoco mejoró el hacer de la cuadrilla en el tercio de banderillas. En la faena se quedó parado desde el inicio por bajo de Torrijos, una lástima porque tenía alegría y nobleza de salida. Con la boquita cerrada murió el de Los Chospes, que mató bien el valenciano de adopción.

Cómo no, el sexto picador volvió a hacer de las suyas. Tras una lidia mejorable, el 'cierraplaza' embestía a regañadientes sin decir nada. Tesonero estuvo el jiennense, sin poder sacar nada del noble pero manso animal.

Brindó Nino Julián su primer novillo en Las Ventas al público, mientras los espectadores avisaban al presidente: se le había olvidado cambiar el tercio tras el de banderillas, que protagonizó con buen hacer el propio novillero. Los clarineros y timbaleros se miraban, sin saber si tocar o no… Y no lo hicieron, claro. Una anécdota, que casi fue lo más destacado de este primer capítulo, en el que el francés ahogó a este Pescadero, que pedía más temple y espacio. Una voltereta se llevó con Juerguista, que campaba a sus anchas en una noche de absurdos 'vivas'.