Enrique Ponce: «Este año, una vez más, he intentado torear con José Tomás y ha dicho que no»
«El ministro de Cultura no tiene que definir qué es cultura y qué no», dijo el torero valenciano, que impartió una lección magistral en la Asociación Toro de Madrid
Enrique Ponce reaparecerá el 17 de mayo en Nimes
Alicia P. Velarde
Madrid
«Algunos me pueden considerar un torero que ha marcado su época, a lo mejor otros no, pero no me importa. Yo he tratado de dejar la huella que he podido en el toreo, y siempre lo he hecho buscando mi verdad y torear mejor. ... Nunca he sido un torero conformista». Así se definía Enrique Ponce ayer en la Asociación Toro de Madrid. Han pasado dos años apartado de los ruedos, pero sigue tan enfibrado como siempre. Con su torería habitual, y como si nunca se hubiera retirado, llegaba Enrique al restaurante Puerta Grande para dar un coloquio ante una sala abarrotada, y dio una lección magistral sobre el toreo, como si estuviera en el salón de su casa.
Gregorio Corrochano escribió un libro titulado '¿Qué es torear?'. Habría disfrutado don Gregorio ayer escuchando al maestro de Chiva: «El toreo tiene una cosa diferente a otras artes, que cada toro es distinto y requiere una determinada lidia. No puedes torear a todos los toros igual, y te tienen que caber todos los toros en la cabeza. La voltereta, si viene, viene, pero hay que evitarla. Se trata de que el toro pase, pero no que pase encima de ti. El valor no es ponerse a topa carnero. El valor es ser consciente de lo que estás haciendo y hacerlo. Eso es torear».
Cuando salió el tema de cruzarse, torear al hilo o el pico, se plantó en medio del restaurante y se puso a torear de salón. «El toreo está lleno de tópicos», dijo, mientras explicaba que, evidentemente, la base es el toro, y hay que hacerlo todo a favor de él, acoplándose a las embestidas. Pero primero hay que partir de una base, ¿Qué es torear?: «Los recursos son necesarios y hay que usarlos. Hay que ir a favor del toro, no en contra. El toro cuando te coge, te coge al hilo. Cruzado no te coge ni uno. Cruzarse es un recurso al toro que esta parado y tienes que provocar la embestida. Es verdad que es bonito, pero es un recurso. El riesgo es pegarle uno y quedarse al hilo para ligar, porque ahí puede elegir entre la muleta o tú», dijo mientras toreaba a una silla con el micrófono. «Con el pico hay que torear, pero no echarlo para afuera. No se puede vaciar la embestida del toro por el cáncamo, porque entonces te arrolla, es sentido común». Eso sí, buscando la profundidad, y para eso es necesario siempre cargar la suerte, «que es irte con el toro, no echar la pata pa'lante, sino torear con él».
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Un aficionado le preguntó sobre el veto, muy presente en estos momentos en el mundo taurino por el tema de Daniel Luque. Ponce se mostró contundente: «Yo estoy en contra del veto en el toro. Nunca he vetado a ningún torero. Nunca he quitado a un torero de mi cartel por no querer torear con él». A colación, salió el tema de José Tomás, toreo no muy partidario de torear con Enrique desde hace bastantes años. «Hubo momentos -a finales de la década de los 2000- en los que pudimos haber toreado juntos unas corridas. Al final no se llegó a un acuerdo. Simón Casas lo intentó en varias ocasiones y yo nunca tuve problemas. Pero algunas condiciones no las aceptó la otra parte. Este año también he intentado torear con él, y ha dicho que no».
Los aficionados echan en falta actualmente la poca variedad de ganaderías que matan las figuras, cosa que no ocurría en los años 90, en los que Joselito, Ponce y el resto de nombres importantes del escalafón mataban todo tipo de encastes. «Las figuras, ya que sufren la exigencia, tienen el privilegio de elegir ganaderías que les puedan ofrecer más garantías, pero también tienen que hacer gestas. Yo he matado aquí de todo». Pero claro, sin menospreciar las ganaderías 'toreristas': «Todas las cornadas que tengo son de toros de Domecq». No falla siempre la voz que dice que el toro actual no tiene emoción: «El toro de hoy es el más bravo de la historia», dijo, como explican siempre toreros y ganaderos. «La bravura no se mide por los puyazos que se le peguen, sino por cómo embiste y se emplea en el puyazo. Y el toro ahora se emplea en un puyazo como antes a lo mejor se empleaba en diez. El toro ha evolucionado a mejor. El toreo tiene una evolución constante. Cada vez se torea con más perfección». Se torea mejor que nunca, y con el toro más grande que nunca. «Pero también las cornadas que pegan hoy en día no las ha pegado nunca. Porque la cirugía ha evolucionado, y eso ha ayudado. Ahora se pegan cornadas muy fuertes».
En estos momentos la técnica se ha depurado mucho: «Si Gallito levantara la cabeza en la época de Manolete, no se lo creería. Y así sucesivamente. En los años 60, muchos toreros toreaban con la muleta retrasada y de perfil. Hoy en día la muleta se coloca delante, de frente… La falta de emoción a veces viene porque la perfección resta emoción, y se le nota sobrado al torero. Pero a mí me emociona más ver torear bien y despacio, a que un torero esté a merced del toro, sintiendo el peligro», concluyó.
«El toreo tiene una belleza con la que no van a poder», dijo el valenciano, cambiando de tercio, sobre los ataques que sufre la Fiesta en estos momentos. «Llevamos muchos años sufriendo ataques, tanto de los antitaurinos como de los políticos, como el ministro de Cultura, que dice disparates, porque él no tiene que definir qué es cultura y qué no. Los toros son cultura, y lo tiene que respetar, porque tal vez son la mayor cultura española actual. Mientras salgan chavales que peguen veinte naturales a un toro, esto va a ser eterno».
No podía faltar el recorrido por su extensa carrera, de más de tres décadas en lo alto del escalafón. Recordó su trayectoria en esta plaza, como su debut, la Beneficencia de 1991, su primera puerta grande, y, cómo no, Lironcito. «Se me ha exigido mucho, pero una de las cosas buenas del público de Madrid es que se vuelca con un torero cuando se entrega. Yo he sentido el respeto de la afición de Madrid muchísimas veces». Y, por supuesto, también se habló de su papel decisivo durante la pandemia, cuando decidió tirar del carro para que no pasara la temporada en blanco: «Fue una temporada difícil. Yo sentí la obligación de tirar pa'alante; era el momento de dar a la Fiesta lo que tanto me ha dado. No quise que esa temporada se quedara sin toros. En ninguna de las tardes que toreé supe lo que iba a ganar, pero no era momento de pedir, porque no había. A veces, simplemente ganaba los gastos y lo hice con orgullo».
Y así estuvieron la afición y el maestro de tertulia dos horas que se pasaron en un vuelo, como las buenas faenas, cuando te dejan con ganas de volver al día siguiente, como diría Belmonte.
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