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ABC Cultural

FEria de Hogueras

El examen de Victorino es para listos

Rafaelillo sale a hombros, Manuel Escribano corta una oreja y Pablo Aguado sorprende con el más peligroso de la noble corrida, pero pincha y pierde el premio

La gran victorinada de San Isidro

Rafaelillo, con Venganza, un toro de vuelta al ruedo al que desorejó Mare Nostrum
Rosario Pérez

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Se llamaba Venganza y tuvo la nobleza de un santo. Y eso que en el desembarque destrozó una puerta e hizo lo propio nada más salir contra las tablas. Que con un victorino no se juega... Era el único cinqueño, frentudo y vareado. Gustó ... su forma de humillar en el capote de Rafaelillo, que nunca perdió la sonrisa. Como si se rodara un anuncio dental, sonreía y sonreía en cada serie. Venganza exigía un trato delicado, pues no andaba sobrado de fuerzas, y poderío a la vez. Una difícil combinación que alcanzó en su totalidad en una rotunda tanda de derechazos, con un cambio de mano que fascinó. Todos los paisanos que habían venido a verlo desde la huerta murciana se rompían las palmas y las gargantas. Se desmayó Rafael Rubio en tres naturales, aunque fue el lado derecho el que explotó, aprovechando las bondades de Venganza, que respondía cuando se la dejaba puesta. Para respuesta triunfalista la del palco: dos orejas para el torero -que lo mató como mandan los cánones- y vuelta al ruedo con protestas para el toro en el arrastre.

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