José Fernando Molina, de poner toldos en Albacete a ganador del certamen nocturno de Las Ventas

Cénate Las Ventas

Corta una oreja a Comisario, un gran novillo de Fuente Ymbro, y da una vuelta al ruedo en el otro con su prometedor concepto

José Fernando Molina, en un profundo natural a un Comisario de profunda embestida Plaza 1

El diluvio universal caía sobre Las Ventas. El cielo barruntaba tormenta. Y no se equivocó: subía de tono la faena de Calerito, con una tanda a derechas de aplastante rotundidad, cuando el ruedo se inundaba. Y las miles de personas de los tendidos, ponía pies ... en polvorosa para trepar a gradas y palcos. «Oiga, no salten», decía una acomodadora cuando ya estaba la gente a cubierto. Si por ella hubiese sido, todo el mundo hubiera entrado en fila en india por la puerta. Estaba la cosa como para ponerse a dar vueltas, con las chanclas y resbaladizas y las cuñas empapadas. Con los tendidos totalmente vacíos y la parte techada llena, remató su ilusionante faena el sevillano, que vio silenciada su labor tras una estocada feúcha y por las cosas de la climatología.

Por un momento se pensó que aquello estaba condenado a la suspensión, pero los chavales decidieron seguir. Era el turno de José Fernando Molina y el de Albacete lo tenía claro: a un tío que se la juega poniendo toldos, llueva o haga un sol abrasador, el barro no le asustaba. Y allá que se plantó, con la réplica lenta y profunda de un quite antes de colocarse en los medios para iniciar con el péndulo. Lo sobresaliente estaba por llegar: asentado y colocado -aunque tres chillones se lo recriminaran- crujió la plaza al natural después de la ligazón de unos derechazos. Profunda la embestida y profundos los zurdazos, con las telas echadas al hocico, todo cosidito, templado y con largura, con pases de pecho rematados a la hombrera contraria. Qué gran torero se está fraguando. Media estocada enterró antes de pasear una merecida oreja, brindada al cielo de la madre que no está. La ovación al gran novillo fue de lujo. De categoría Comisario. Otro más de Fuente Ymbro que embiste en la que ya llaman con sorna Monumental de Gallardo.

Nunca perdió la fe El Niño de las Monjas con el deslucido tercero, al que recibió a portagayola y con el que se esforzó por agradar en una faena de mucha disposición, finalizada por manoletinas.

Las Ventas

  • Monumental de las Ventas. Jueves, 4 de agosto de 2022. Final del certamen Cénate Las Ventas. Casi ocho mil espectadores. Novillos de Fuente Ymbro, de juego desigual; estupendo el 2º.
  • Calerito, de azul noche y oro. Estocada defectuosa (silencio). En el cuarto, metisaca, pinchazo hondo y cuatro descabellos. Aviso (silencio).
  • José Fernando Molina, de verde y oro. Media (oreja con algunas protestas). En el quinto,
  • El Niño de las Monjas, de melocotón y oro. Estocada baja (saludos). En el sexto. Dos pinchazos, estocada trasera y tendida y dos descabellos (palmas de despedida).

Pasadas las diez de la noche, salía el cuarto novillo. Y allá que seguían encendidas las decenas de focos de un monumento BIC, desafiando al Gobierno del apagón. Manso a rabiar era este Esterón, que no quería jaco. Unos pocos se empeñaban en que lo pusieran largo, ¿largo de qué? Mala suerte la de Calerito, que solo pudo mostrar su buen oficio por momentos. Primero, el diluvio, y ahora este manso parado. Demasiado alargó, lo que impacientó al personal. A los enganchones por la condición del animal se sumó un desacierto con el acero. Nuevo silencio.

En la partida de nacimiento del ganador cada vez se atisbaba más el nombre de la ciudad de las navajas. Y todo lo dio el albaceteño, muy asentado y paciente con un Tejedor que tardeaba. Le costaba embestir, pero Molina le presentó la muleta, se puso en el sitio y lo empujó. El broche en las cercanías, con un tremendo arrimón, provocó los aplausos. Pero cuando la espada entró, los pañuelos se combinaron con algunas protestas. Joder, si en el toro doliera todo tanto como una Puerta Grande a un chaval. No asomó el moquero blanco y todo quedó en vuelta al ruedo, protestada también por un sector. De un modo u otro, suya fue la noche, con un prometedor futuro.

Para la esperanza también la faena de Jordi Pérez al sexto, un novillo con sus matices y bastante que torear. Buscó la colocación El Niño de las Monjas, muy entregado y con pasajes notables. De milagro se libró del percance en la hora final cuando el novillo lo arrolló. Después de pinchar, el puntillero se lo levantó dos veces, lo que le obligó a descabellar, difuminando más su sincera labor.

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