Clarines de gloria para la madurez de Daniel Luque

El puerto de santa maría

Corta dos orejas en una muy mala corrida de Cuvillo, aunque le den una absurda vuelta al ruedo a un toro

Daniel Luque, en el inicio de un pase de pecho al quinto Emilio méndez

Andrés Amorós

El Puerto de Santa María

A cualquier persona con sensibilidad que visita por primera vez la Plaza Real de El Puerto de Santa María, le impresiona la solemnidad de esta catedral de la tauromaquia: las viejas puertas, el azulejo con la célebre frase de Gallito, los alegres colores marineros, ... el enorme redondel… Antes de comenzar el festejo, suena un imponente toque de clarín, el llamado 'Despeje de plaza'. Lo ejecutan dos clarineros, situados, sobre unas escalerillas, en la parte posterior del palco presidencial, vestidos de gala: librea y pantalón negro, con vueltas en rojo, galones dorados, sombrero bicorne, zapatos de charol. Aunque seamos ignorantes en historia de la indumentaria, nos trasladan al siglo XIX, poco después de 'la Pepa', la Constitución de Cádiz: cuando nace la España liberal, la nación moderna que algunos insensatos quieren ahora deshacer.

Suenan los potentes toques de clarín, da gloria ver el histórico coso lleno de público variado: jóvenes y viejos; portuenses y turistas. Todos, unidos por la ilusión de participar juntos en esta ceremonia de belleza que es una corrida, en esta Plaza Real.

Es difícil mejorar el cartel de esta tarde, tres de los diestros que están en su mejor momento, pero los toros de Cuvillo ofrecen muy pobre juego, aunque den la vuelta al ruedo al quinto. Sólo Daniel Luque logra cortar las dos orejas a ese toro, en una faena que él se inventa. Morante choca con un lote absolutamente infumable. Roca Rey pincha una aceptable faena.

Éste es el año de Morante. ¡Qué lejos quedan los tiempos en que se le tenía por un torero 'artista'! Ahora, es un lidiador clásico. Sorprende a todos recibiendo con una larga cambiada al primero, que es una birria: manso, suelto, flojo, pega cabezazos. Hace años, le hubiera durado medio minuto. Ahora, le da la lidia adecuada, con torería, le busca las vueltas: preciosos ayudados por bajo, algún derechazo, habilidad y gracia para salirse, en los momentos de apuro, y se tira a matar de verdad. ¿Hay quien dé más? La gente lo ha saboreado, como un buen vino de la tierra. El cuarto es otro mulo que pone en apuros a los banderilleros: Morante hace un quite oportuno, saliendo con la muleta. El toro no tiene un pase. José Antonio no se lo da y mata con habilidad; bronca fuerte al toro y palmas al torero.

El Puerto de Santa María

  • Plaza Real. Sábado, 5 de agosto de 2022. Cartel de No hay billetes. Toros de Núñez del Cuvillo, salvo los manejables 3º y 5º, mansos y deslucidísimos, aunque den la vuelta al ruedo al 5º.
  • Morante de la Puebla, de malva y oro. Estocada y descabello. Aviso (petición y saludos). En el cuarto, estocada y descabello (silencio).
  • Daniel Luque, de verde y azabache. Buena estocada (palmas). En el quinto, gran estocada (dos orejas). Sale a hombros.
  • Roca Rey, de naranja y azabache. Dos pinchazos y estocada (saludos). En el sexto, estocada caída (palmas de despedida).

Daniel Luque triunfó en Sevilla, es, ahora mismo, uno de los diestros más capaces. Necesita, eso sí, toros serios, encastados; sin ellos, su poderío parece innecesario. El segundo se raja escandalosamente desde el comienzo. Se la juega con los palos Juan Contreras. No hay nada que hacer salvo mostrarlo y matarlo bien, como hace Luque. El quinto dice muy poquito pero es manejable. Daniel torea sereno, mandón, muy lento. Acaba haciendo con el toro lo que le da la gana y pone al público en pie con las luquecinas. Gran estocada: dos justas orejas para un torero en plenitud y disparatada vuelta al ruedo a un ejemplo de toro 'moderno', porque 'se deja' (¡qué horror!).

Roca Rey ha elegido su papel, lo cumple perfectamente. Es el diestro más taquillero, sale a hombros casi todas las tardes: un huracán, un 'rayo que no cesa' (como el título de Miguel Hernández). ¿Dejan honda huella esos triunfos en los aficionados exigentes? Ya llegará esa etapa: tiene capacidad para ello. En el tercero, que va largo y humilla, borda el toreo a la verónica de salida, toreando mejor de lo que suele. Con la muleta, muestra su facilidad, cabeza y aguante, mientras el toro dura; cuando se acaba, recurre a los invertidos, que tan poco me gustan. La gente está con él pero falla con la espada: le está pasando porque avanza las dos manos a la vez, sin hacer bien la cruz. El último flojea, mansea, protesta, queda corto. Antes de que el diestro se luzca, cantan por bulerías: ¡bueno!... Roca Rey se justifica con técnica y valor, mata caído.

Entre un clamor triunfal, sacan a hombros a Daniel Luque, después de su gran faena. Rubén Darío hubiera variado un poco su 'Marcha triunfal': «En El Puerto se oyen los claros clarines… / Ya viene, oro y seda, el cortejo de los paladines, / la gloria solemne de los matadores / que el paso acompasan con ritmos marciales. / ¡Tal pasan los buenos toreros / debajo los arcos triunfales!»

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