Carta a Paloma González del Valle: ¿qué se dice por allá arriba de la excelencia de Las Ventas?

Después de la polémica tarde del jueves en San Isidro, la marquesa de la Vega de Anzo, Pilar, asegura que «no se puede devaluar así la plaza de toros de Madrid»

La Asociación el Toro pide el cese del presidente que otorgó las orejas a Emilio de Justo y Tomás Rufo y dio una vuelta al ruedo al Valentón de Garcigrande

El palco de las rosquillas del santo

El palco del 9, con crespón negro por la muerte de Paloma Vega de Anzo, y con sus hermanas tributándole un sentido recuerdo ángel de antonio

Admirada Paloma, cuánto se la extraña en su delantera del palco. Por primera vez en medio siglo, su delantera del 9, esa en la que tantas tardes conversó con Domingo Ortega y Cañabate, está llena de ausencias. Qué pedazo de aficionada, a la que ... días antes lloraban con corbata negra los de sombra y los de sol, los del 9 y los del 7. No me sorprendería por todo lo que me han hablado de usted que ayer se hubiese unido a ese famoso tendido nada más aparecer el primero de Garcigrande, un toro que ya anduvo en los corrales de Sevilla como sobrero. Y no sorprende que estuviera de repuesto, porque de cara y pelo más pobre no podía ser. Además de feo, que de guapeza en las hechuras nada tenía. Indigno para Madrid. ¿De verdad esa que tanto ensalzamos como primera plaza del mundo merece eso?

Madrid, ese Madrid que usted adoraba y respetaba, donde nació su afición de niña y a cuya plaza fue fiel durante medio siglo, naufragó ayer. Seguro que desde su palco del cielo recordó aquella frase inmortal del Paleto de Borox: «O mandas tú o manda el toro». ero este 11 de mayo mandó una autoridad incompetente. Y vaya por delante que el pato de todo esto no lo debe pagar sólo el presidente dadivoso, don Eutimio, que a su alrededor hay asesores y veterinarios. Su cese ha pedido la Asociación el Toro, presidida por Roberto García Yuste, «por la acumulación de errores graves y nefastas decisiones durante los últimos tiempos y más concretamente ayer, perjudicando con ello la seriedad y la exigencia de la que se considera la plaza más importante del mundo».

Ay, Paloma, como verá, los ríos venteños andan revueltos y algunos se vestirán hoy de negro como el crespón que asomaba en su palco, donde sus hermanas -Pilar, Ana, María José y Belén- homenajearon a quien siempre habitará en ellas. No hay mañana ni tarde en la que Pilar, la marquesa de la Vega de Anzo -como la conocemos en el toro-, no hable de todas las excelencias de usted, su hermana del alma. Esas excelencias que ayer echó de menos en su Madrid. «No se puede devaluar así la plaza de toros de Madrid, tanto en la presentación de los toros como concediendo orejas que casi nadie pide. Es inconcebible lo del palco, tanto por parte del presidente como de los veterinarios», me cuenta con pena mientras piensa en qué diría usted. «Menos mal, Palomita, que allí dónde estás ni te enfadarás...»

Pilar Vega de Anzo es antes aficionada que consejera taurina ni política. Una aficionada a carta cabal: «El palco hace así más daño no sólo a Madrid, sino también a los toreros concediendo orejas tan generosas. Dos orejas en Madrid son por una buena faena con el capote, una lidia buenísima con la muleta y una estocada impecable. Eso es la excelencia de la plaza de toros de Madrid». ¿Y los toros? «No se pueden traer toros sin la presencia exigida en esta plaza. Y no se puede conceder una vuelta al ruedo a un toro que ni ha sido bravo en el caballo y que ha barbeado las tablas del 4 al 7 en la muerte. Fue un gran toro en la muleta, sí, pero eso no basta». Por derecho habla la marquesa.

Paloma, su recuerdo y la afición de su familia sigue muy viva. En el nombre del Madrid que una vez fue y que debe seguir siendo y, sobre todo, en el nombre de usted, su hermana.

Posdata 1: Cuentan que por allí arriba, desde que Paloma ha llegado, las tertulias con los ganaderos más fieros, esos de los hierros de casta que usted tanto admiraba, se han avivado. Y que los pañuelos se los guardan para las ocasiones especiales.

Posdata 2: Quiera Dios, que ya se sabe no es el mejor aficionado, lo sucedido ayer en Madrid, sirva para recuperar la excelencia, pero sin caer en demagogias -hay que ser conscientes de la crisis del campo- ni tampoco en perjudicar ahora a los que vienen detrás. Ni a toros ni a toreros. Respeto para todos. Y para la afición que paga.

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