Carlos Olsina y Sergio Rodríguez, dos jóvenes con hambre de toros

Carlos Olsina cuajó al excelente segundo. Ya lo recibió encajado a la verónica y con la muleta no regateó esfuerzos. Del inicio de rodillas a la estocada final, con el de José Cruz siempre a más, toreó ligado y con temple por uno y otro pitón.

El quinto se inutilizó y saltó un sobrero de Cruz, que se movía con nobleza. El diestro francés acertó en las distancias y anduvo muy centrado y solvente en un trasteo animoso y de buenas formas. La estocada, como en su primero, le valió para pasear una oreja.

Embistió rebrincado el tercero por su falta de fuerzas, pero tenía escondidas arrancadas largas y templadas que Sergio Rodríguez acertó a llevar en su muleta en series de buena factura, especialmente manejando la mano izquierda en naturales con cadencia y ritmo.

Al serio que cerró plaza le costaba embestir y el abulense estuvo siempre por encima, muy firme en una labor de raza en la que no faltaron buenos muletazos. Se tiró a morir tras la espada

La flojedad del que abrió plaza marcó su lidia. Rubén Pinar lo cuidó y hasta logró alguna serie estimable por el pitón derecho. Con el cuarto dio un mitin con la espada tras una faena entregada que no alcanzó altas cotas.