Bilbao se rinde a la casta de Roca Rey
Corridas Generales
Después de sufrir una durísima cogida en el sobrero, sale de la enfermería para desorejar al encastado sexto
Bilbao
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Iniciar sesiónEn estos tres días de carteles con primeras figuras, se está decidiendo el futuro de Bilbao. Por primera vez, casi se llena la plaza: me alegra ver colas en los ascensores, en los bares. Menos me gusta el constante trasiego de espectadores durante la lidia: ... una falta de respeto al rito.
Llega ahora a media España el ciclón Dana, con su acompañamiento de borrascas y chaparrones; a Bilbao, el ciclón llamado Roca Rey, con su secuela de trofeos y salidas en hombros. A costa de una fuerte voltereta, corta tres orejas y se mete al público en el bolsillo. Por eso manda en las taquillas, como siempre han hecho los fenómenos del toreo.
Repite El Juli, que no pudo triunfar con sus parados toros de Domingo Hernández. El primero flaquea después del primer puyazo. El Juli muletea con reposo a un toro que embiste con el freno echado (Frenoso se llama). Seguimos con toros que no ‘dicen’ nada, parados: así, todo queda en muy poco, por bien que el diestro esté. Pero la gente lo aclama, como si fuera una gesta. Torear a toro parado, gran invento de la modernidad. Mata mal, con salto.
El cuarto protesta, pega tornillazos. Aguantándole, El Juli le acaba sacando naturales largos, mandones, en una faena de notable mérito. El dominio de Julián brilla cuando hay casta que dominar, como esta vez, no con el toro bobalicón. Pierde el seguro trofeo con la espada.
No veo a Manzanares en su mejor momento pero su clase es indudable. El segundo flaquea pronto pero humilla con nobleza. Cuando José María le coge el sitio, dibuja muletazos con empaque y natural elegancia, en una faena estética, pero mata a la segunda (no tiene la seguridad con la espada que era su sello). Pica bien Paco María al serio quinto. Corre bien la mano Manzanares, aunque el toro protesta y puntea la muleta. Esta vez mata bien.
Bilbao
- Plaza de Vista Alegre. Jueves, 25 de agosto de 2022. Sexta corrida. Casi lleno. Toros de Victoriano del Río (incluido 3º bis), variados de presentación y juego; destacan el noble 2º y el encastado 6º.
- El Juli, de nazareno y oro. Estocada defectuosa. Aviso (saludos). En el cuarto, pinchazo, media y tres descabellos. Aviso (saludos).
- Manzanares, de rioja y oro. Pinchazo y estocada. Aviso saludos). En el quinto, estocada (saludos).
- Roca Rey, de azul y oro. Estocada delantera (oreja con petición de la segunda). Pasa a la enfermería, pero sale para matar al sexto: estocada (dos orejas). Se marcha a pie a la enfermería.
Roca Rey está arrasando, con su capacidad y su entrega, en todos los cosos. El mérito es indudable. Me gusta más cuando torea por lo clásico (verónicas y naturales) que cuando recurre a los efectismos, para encandilar a los públicos y cortar trofeos, cuando los toros no sirven. Lo malo es que muchos jóvenes lo están imitando, encadenando espaldinas, muletazos cambiados, bernadinas y demás ‘inas’: es la responsabilidad de las primeras figuras, a las que muchos copian.
Protestan de salida al tercero, que arrastra una pata: aunque no sea grande, un Impuesto nunca es bien recibido. Lo devuelven. El sobrero pesa cien kilos más, mansea, entra al relance. No hay toreo lucido de capa. Saluda Viruta. Comienza haciendo el poste, sacándoselo por la espalda y mirando al tendido. La gente ruge con lo más efectista. Lo embarca bien de largo pero el toro, encastado, queda corto. Recurre a los invertidos y las manoletinas. Suena una voz: «¡Hay que torear!» Por forzar un pase cambiado, sufre una voltereta fuerte. Sin chaquetilla, recurre a las bernadinas, que ponen al público en pie. Mata delantero: oreja. La emoción del percance ha sido decisiva.
Sale de la enfermería para matar al último: aclaman el gesto. Ahora está toreando mejor a la verónica. Mide bien el castigo Quinta. Llama de rodillas desde el centro para un cambiado, el toro lo desarma y lo persigue, cojeando: una escena dramática. Ya de pie, repite el muletazo. Dándole distancia, liga derechazos mandones y un circular que entusiasma. Por la izquierda, el toro vuelve a arrollarlo. Sigue toreando, con la plaza, en trance. Mata encunándose: dos pañuelos a la vez. No sale por la puerta grande porque vuelve a la enfermería; parece tener múltiples contusiones.
Vista Alegre se ha rendido a un torero que tiene cabeza, técnica, valor y, sobre todo, ambición: hambre de triunfos, aunque no haya pasado hambre física. Igual que los toros, los toreros necesitan tener casta brava y a Andrés, le sobra. Gracias a eso, Roca Rey manda ahora en la Fiesta. No olvidará esta tarde, en que ha puesto Bilbao a sus pies.
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