La madurez de una figura

Fue un niño prodigio. Se hizo ferviente partidario suyo Juanito Bienvenida, que me decía: «Torea a la edad en que lo hacían mis hermanos Manolo y Pepe. Es uno de esos que nacen con el toreo en la cabeza: si no ocurre una esaborisión, ese niño puede cambiar el rumbo del toreo».

No se equivocaba: ha triunfado en todos los cosos de España, Francia e Hispanoamérica. Sus estadísticas impresionan. Un solo dato: siendo madrileño, es el diestro que más veces ha abierto la Puerta del Príncipe. En Sevilla, en 2018, indultó al toro Orgullito, de Domingo Hernández.

La temporada pasada, toreó 40 tardes, cortó 47 orejas. Un año más, triunfó en los dos cosos más importantes. El 4 de mayo, en Sevilla, abrió por séptima vez la Puerta del Príncipe. Tituló ABC: 'El Juli, preciso como un reloj'.

El 11 de mayo, en Las Ventas, se anunció con toros de La Quinta y acertó: su poderío resalta más con una res a la que hay que dominar. Cuajó por completo al buen segundo y se impuso al complicado quinto. Solo la espada le impidió abrir la Puerta Grande. Al final, se refugió en el burladero, con lágrimas en los ojos. Tituló ABC: 'Plenitud lidiadora de El Juli'. Nueve días después, dio otra lección magistral, con un complicado toro de Garcigrande. Desde la recordada faena a Cantapájaros, nunca había logrado tal unanimidad, en una plaza que tanto le exige.

Mantiene plenamente la afición y el amor propio. Me dijo, una vez: «Busco un toreo largo, profundo. Intento hacerlo con más naturalidad, más estética y más verdad».

Deseo que este premio de ABC, que le llega al comienzo de su temporada número 25 como matador, sea el preludio de nuevos gestos y triunfos. Sentenció Shakespeare: «La madurez lo es todo». El Juli lo está demostrando ahora, en los ruedos.