Dar la puntilla

François Zumbiehl plantea reformar la puntilla, un cambio necesario, al que habría que añadir otros, como la unificación del Reglamento

Curro Díaz, clásico

Plaza de toros de Pamplona EDUARDO SANZ

Pocas veces la estocada es tan certera que el toro cae muerto, sin puntilla. Habitualmente, es necesario que el puntillero lo remate. Es un trámite necesario, que no forma parte de la lidia.

Es muy frecuente, ahora, que el puntillero falle, tenga que ... repetir varias veces el puntillazo para que muera el toro. Ha aumentado eso porque los matadores deciden que haga esa tarea el tercero de la cuadrilla, no el puntillero de la Plaza (las que lo tengan), especializado en esa labor.

Las consecuencias de esa repetición de intentos de dar el puntillazo son nefastas, para el espectáculo: enfrían el posible entusiasmo colectivo que ha suscitado la faena del diestro; más de una vez, le privan de cortar un merecido trofeo. Además, para los espectadores poco avezados (que cada vez son más), resulta un espectáculo muy desagradable, sangriento, que quizá les disuada de volver a las Plazas.

François Zumbiehl, buen aficionado, está intentando poner en marcha una iniciativa para reformar esto. Los avances técnicos permiten soluciones más seguras y rápidas, que susciten menos rechazo. Me sumo a esa iniciativa, aunque conozco las dificultades que supone llevarla a cabo: habría que convencer a los espectadores puristas y a los profesionales; elegir con cuidado la mejor técnica; reformar unitariamente los reglamentos taurinos, diferentes en cada autonomía (un auténtico disparate, simbólico de lo que está sucediendo en la España actual).

No sólo me adhiero totalmente a la propuesta de reformar la puntilla. Yo lo extendería también al número de veces (no sólo el tiempo) que el diestro utiliza espada y descabello, evitando la desagradable repetición de fallos.

¿Tengo esperanzas de que se realice algo tan necesario para que se aficionen a la Fiesta los nuevos públicos? Muy pocas. Habría que cambiar el inmovilismo que reina en los toros, respetando lo esencial: la integridad del toro y el heroísmo del torero.

«Dar la puntilla» se usa también como metáfora de acabar con una persona o cosa. Vemos ahora cómo unos políticos sin el menor escrúpulo están intentando acabar con la Constitución y la igualdad de los españoles, mientras sus seguidores y algunos periodistas defienden que no pasa nada. Lo que me da más miedo es que quizá no fallen, al dar la puntilla a la unidad de España.

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