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Toros en Barcelona: el silencio de Balañá y la mentira política

Casualmente, la empresa del Coliseo Balear es la misma que la de la Monumental de Barcelona, donde siguen sin programar corridas

José Tomás y Serafin Marín, a hombros en Barcelona Inés Baucells

Ángel González Abad

El Gobierno de Baleares, el tripartito de PSOE, Podemos y los econacionalistas de MES, quiso prohibir los toros, pero la sentencia del Tribunal Constitucional que tumbó la abolición de las corridas en Cataluña se lo impedía. Quisieron darle la vuelta a la tortilla y prepararon un reglamento que convertía el espectáculo en una pantomima para así hacerlo inviable. Pero se pasaron de frenada con el festejo sin puya, banderillas ni estoque y con tres toros, no más, que no podían venir de fuera de las Islas. Otra vez, el Constitucional puso las cosas en su sitio, pues aquello de los «toros a la balear» iba contra la esencia de la Fiesta.

Así, si el Coliseo Balear ha podido anunciar y celebrar una corrida de toros, ha sido gracias a que en Cataluña la prohibición impuesta por el Parlament pasó legalmente a mejor vida, aunque la propiedad de la M onumental de Barcelona no se atreva a dar toros, de «momento», por aquello de que la situación sociopolítica al parecer no se lo aconseja. Casualmente, la empresa dueña del coso barcelonés es la misma que la de la plaza de Palma, Balañá; y, para más casualidades, el gestor también es el mismo, la casa Matilla, pese a que en la Ciudad Condal siga en paro.

En Mallorca se ha dado el paso. Se ha visto una posibilidad de vencer la oposición política y animalista, algo que en Cataluña es insalvable para Pedro Balañá III, el heredero de un imperio de cines y teatros en la capital catalana que podría resentirse de abrirse de nuevo la Monumental. Un factor determinante que en Baleares no existe.

De cualquier forma, desde la casa Matilla se ha expresado que la vuelta de los toros a Palma de Mallorca es como una prueba para si algún día le llega el turno a Barcelona. Y sumidos en el laconismo empresarial, en el sí pero no, en la puerta que se abre o se cierra, en el no saber si se sube o si se baja, el Coliseo Balear ha vuelto a acoger una corrida de toros. Una excelente noticia, que debería alentar al sector taurino –empresarios, figuras del toreo y grandes ganaderos– a abandonar su silencio e inacción ante la mentira política que significó la prohibición de las corridas de toros en Cataluña.

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