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ABC Cultural

Feria del Arroz

Toreo de pata negra en las Galias

Emilio de Justo cuaja una grandiosa faena a un toro de Jandilla de vuelta al ruedo y sale a hombros con Ferrera y Perera, que firmó un arrimón de época

Emilio de Justo, en un derechazo G. Boyer
Rosario Pérez

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Las notas de ‘Carmen’ de Bizet se colaban por los arcos del anfiteatro durante el paseíllo. Todo a la usanza goyesca, en un cartel cien por cien extremeño. Y con una torería de pata negra elevó Emilio de Justo en las Galias el ... nombre de Extremadura. Qué manera de torear, bellota pura sin aditivos. Cada muletazo escribía la palabra autenticidad en las arenas. El cite, sincero; el embroque, perfecto, y la magia de una cintura que se quebraba, de unas muñecas que se rompían en cada encuentro con ‘Salalimpio’. Gran calibre portaba el bravo de Jandilla y fenomenalmente lo exprimió el matador. Si sobresaliente fue el camino derecho, más empaque tuvo aún la vereda zurda, aprovechando toda la calidad del ejemplar. Vibró la cávea cuando echó los vuelos y cosió naturales supremos, abrochados por bajo. Y aquel pase de pecho, ¡cómo fue! De esos que borda a la hombrera contraria. Se abandonó Emilio en el cierre izquierdo, con un rosario en las raíces. Un lujo de obra, en la que se presentía un triunfo grande. Se perfiló de verdad para matar, pero la estocada cayó baja, ‘Salalimpio’ se tragó la muerte y el personal se enfrió: lo que era de dos orejas indiscutibles quedó en una sola. La vuelta al ruedo concedieron al toro, premio a una seria y exigente corrida –con la importancia y las dificultades de la casta–, en la que la terna se alzó al cielo francés.

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