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El sevillano Pablo Aguado incendia Ronda

En su primera Goyesca corta dos orejas a un sobrero de regalo y sale a hombros

Pablo Aguado, en un templado derechazo Arjona
Andrés Amorós

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La extrema flojedad de los toros de Juan Pedro pone en riesgo el previsto éxito de la goyesca de Ronda. Al final, Pablo Aguado, debutante en esta corrida, mata un sobrero, corta orejas y sale a hombros. Morante ha de contentarse con un trofeo.

La LXIII corrida goyesca de Ronda continúa siendo un acontecimiento taurino y social. Francisco Rivera ha elegido esta fecha, en vez de la habitual del primer sábado de septiembre, coincidiendo con la Feria local, alegando que así podía ofrecer un cartel mejor. La polémica no ha sido pequeña. Visto desde fuera, este festejo basta para atraer a turistas nacionales e internacionales. Se anunció un atractivo mano a mano de Morante y Roca Rey . Lesionado éste, sustituirlo por Pablo Aguado, la revelación de la temporada, es un acierto evidente: primer mano a mano de los dos artistas (el siguiente será en Valladolid). Aunque Morante le aventaja claramente en experiencia, no falta cierta soterrada rivalidad, que añade atractivo: ahora mismo, José Antonio es el «torero de Sevilla» y Aguado quiere serlo… Hace días se ha puesto el cartel de «No hay billetes».

Dice un vecino guasón que Morante sale vestido de bandera de España , roja y gualda. El primer toro quiere embestir pero las fuerzas le fallan. El diestro deja pinceladas sueltas: un trincherazo, sólo una serie por la derecha… El toro no da para más. No se estrecha, al matar. Le quedan otros dos.

El segundo sale con pies. Pablo Aguado se luce ya en los lances de salida, con decisión, muy aclamados. (Se nota que han venido de Sevilla muchos partidarios suyos). En las verónicas del quite, el toro se desploma. La única duda es si podrá llegar a usar la espada o habrá que apuntillarlo: un triste espectáculo. Comenta un guasón: «Mátalo a pellizcos». Pincha mal: ha de mejorar urgentemente este capítulo.

Cambia el panorama en el tercero, el único noble, que aguanta, y Morante se entrega , desde las verónicas y las chicuelinas. (Hasta las banderillas armonizan con el color de su vestido). Brinda a su amigo Santiago Abascal: división de opiniones. Se luce en derechazos solemnes, lentos, acompañando la embestida. Sabe salir de la suerte con repajolera gracia. ¡Qué bien torea Morante, cuando torea! Acaba con derechazos suavísimos. Por pinchar una vez, se queda en una oreja.

Después de esto, Aguado sale a por todas , con una larga cambiada de rodillas (algo fuera de su estilo). Las verónicas iniciales, lentísimas, meciendo el capote, son preciosas. El toro no humilla, embiste a regañadientes. Pablo se esfuerza, surgen fogonazos sueltos: el pase de las flores, un cambio de mano, los finales naturales de frente (a lo Manolo Vázquez). Logra media estocada y, rodilla en tierra, ve caer el toro a sus pies: oreja.

Lidia bien Carretero al incierto quinto. Intenta Raúl Ramírez el salto de la garrocha . Morante brinda al público y comienza con torerísimos ayudados por bajo, a dos manos, que la gente no aprecia. Cuando el toro se para por completo, corta la faena: tiene él razón y no los que le pitan. Eso sí, mata muy mal.

Recibe al sexto Aguado con verónicas dadas casi al aire: el toro se va del capote. Brinda a Morante pero la res renquea de atrás, se desploma. Un triste final.

Pide el sobrero (según parece, se lo regala Morante ; si es así, un loable gesto de compañerismo). El toro de Domingo Hernández se mueve, flojea, protesta, pero aguanta algo más. Pablo dibuja buenas verónicas, brinda al público: acompaña con buen estilo y una estética muy personal las renqueantes embestidas. Al final, los naturales a cámara lenta desatan la pasión: como en una estampa antigua, caen al ruedo un par de sombreros. Esta vez, sí logra la estocada y, con ella, las dos orejas y la salida en hombros.

Definió Bergamín : «De Sevilla era el aire;/ de Ronda, el fuego,/ y los dos se juntaron/ en el toreo». El aire sevillano de Pablo Aguado ha incendiado la goyesca de Ronda. Ha ganado una Plaza más, pero necesita mejorar en la suerte suprema. Si lo hace, tenemos figura del toreo.

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