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ABC Cultural

Pablo Aguado, el torero sin prisa

Lentifica el toreo y sale a hombros con Ponce y Manzanares en San Sebastián de los Reyes

Un muletazo con sabor de Pablo Aguado Paloma Aguilar

Ocho verónicas y dos medias pusieron apellido a la calma. Qué lentitud la de Pablo Aguado, el torero sin prisa. Torear despacio para llegar lejos. Ya lo dijo Juncal: «Las prisas, para los delincuentes y los malos toreros». Y el sevillano es de los buenos. ... La pata p’alante en el quite, con el más bello lance de la historia. Verónica, qué bello nombre tienes y qué bien te enseñoreó ayer la revelación abrileña. Tras demonterarse Iván García por un tercio sensacional, Aguado brindó al público. Prometía el toro de Luis Algarra tiempos felices. Y Pablo (a secas, como le llaman sus partidarios) lo toreó divinamente. A placer pulseó la embestida con templanza en dos rondas con pases de pecho como carteles. Aunque para pectoral el que vendría después con una salida de la cara del toro propia de una estampa en blanco y negro. Se lentificó aún más a izquierdas y oxigenó con listeza al nobilísimo astado, ideal para su concepto. Sonreía el torero, que regresó a la mano de escribir con galanura. Media estocada bastó para enviarlo al paraíso animal. Aguado tuvo el gesto de ovacionar al algarra en el arrastre antes de pasear dos orejas.

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