Oreja para Ginés y Galdós en tres horas por las rutas del toro

Era el festejo de las rutas del toro, un desafío ganadero para tres jóvenes que empezó con el pañuelo verde al blandear el de Carlos Núñez. Tampoco el estado del ruedo presentaba el mejor aspecto, y hasta José Garrido perdió pie. El extremeño corrió turno y salió el de Santiago Domecq. Tanto empujó en el caballo que abrió una puerta de acceso al callejón. Había que llevar muy tapado a este «Faraón», con casta geniuda y bastante que torear. Tras unos personales derechazos, por la zurda se abría más un animal que, a pesar de su mansa huida, continuó embistiendo al hilo de las tablas. No terminó de cogerle el aire el pacense a «Faraón». Ovación para toro y torero. Al filo de las nueve y media, tras la merienda-cena, Garrido se afanaba por agradar con el deslucidote remiendo de Núñez.

Ceremonioso, Ginés Marín se echó el capote a la espalda en el quite y prologó por estatuarios con uno de Bohórquez noble, que se apagó enseguida. Se extendió y se llevó una voltereta en las manoletinas. Ganó terreno con gusto en los lances al quinto, del Torero, que sirvió aun con su rebrincado viaje. Despertó al personal en una sentida faena, con detalles pintureros y rematada por bernadinas. El toro se tragó tanto tiempo la muerte que recibió una gran ovación. Y Ginés paseó una oreja.

Se lució Joaquín Galdós con el capote ante el serio tercero de Torrestrella, que transmitía en su humillado ir y venir. Dispuesto y valeroso el peruano, pero pinchó. Logró un trofeo tras una labor voluntariosa y algo veloz en el último, con movilidad, aunque punteando sin clase. Con la noche encima, el premio al mejor toro se quedó desierto.