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No son antitaurinos: son antihumanos

Los animalistas celebran en las redes sociales las dramáticas cornadas de un fin de semana muy negro y algunos hasta piden que se permita que la sangre donada no vaya a un torero

Mariano de la Viña ha sufrido la cornada más dura de la temporada Efe
Rosario Pérez

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No, no son antitaurinos: son antihumanos. La catadura moral de los falsos animalistas ha quedado retratada una vez más en el fin de semana taurino más negro de la temporada, con tres dramáticas cornadas, las de Gonzalo Caballero, Mariano de la Viña y Miguel Ángel Perera.

Los antitaurinos más inhumanos celebraban en las redes sociales cada una de las cornadas, cebándose especialmente con la del banderillero De la Viña , quien entró en estado «cataclísmico» a la enfermería de la plaza de toros de Zaragoza. El escalofriante parte médico, un auténtico parte de guerra , estremece al leerlo: desde el arrancamiento de la femoral a la rotura de la arteria iliaca interna. Y esa situación «cataclísmica», más cerca de la muerte que de la vida. Acongojaba lo firmado por por el doctor Carlos Val-Carreres , un genio de la medicina, salvador de una nueva vida. Honores para él y Máximo García Padrós , como para todos aquellos que se enfundan la bata blanca para curar a los más valientes.

Litros de sangre necesitó el subalterno de Enrique Ponce para superar ese durísimo trance, pues la perdió a borbotones tras hundirse el pitón con suma violencia, tanta como la que exhiben en esa fiesta de whisky de botellón que a veces parecen las redes sociales. Solo una mala borrachera, una locura transitoria o una maldad sin límites pueden permitir verter tantas barbaridades.

Preguntaba un tuitero que si cuando donaba sangre podía decidir que no se la pusieran a un torero. La diferencia es que un torero sí donaría su sangre para salvar la vida de un antitaurino. Por salvar cualquier vida, como han demostrado toreando gratis y jugándose sus femorales en festivales solidarios. Los toreros son héroes de carne y hueso, humanos, con sangre de verdad, esa sangre que antitaurinos de tal índole ni han olido.

Es de canalla y cobarde desear la muerte de una persona. «Asesinos, no se recuperen nunca», retumbaba al fondo de tanta animalada. Cero el respeto a los caídos y a sus familias, porque si esos señores antitaurinos no lo saben, los toreros tienen padres, hermanos, hijos... El hijo torero que ojalá tenga algún antitaurino para que le enseñe algo de los valores perdidos.

Algunos días da vergüenza pertenecer a esta sociedad desnaturalizada. Siempre nos quedarán los toreros, esos hombres que miran de frente a la muerte . No todos los ojos merecen tanta verdad. Y una parte de esta sociedad podrida no merece tanta, pero que tengan claro algo: cualquier torero, de oro o plata, y cualquier aficionado a los toros sí donaría su sangre por salvar una vida humana, aunque sea la vida de un miserable.

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