Nacimiento de Pedro Romero, el torero de «inalterable sangre fría» que nunca sufrió una cornada
El 18 de noviembre de 1754 venía al mundo el matador al que llamaron 'el Infalible' y que fue retratado por Goya
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Iniciar sesión«Si eres aficionado, lector, descúbrete ante la sola enunciación de este nombre, que corresponde al torero más grande del siglo XVIII. Tanto su semblanza artística como su etopeya nadie las ha descrito mejor que él mismo, en la correspondencia privada que sostuvo, muchos ... años después de retirado, con un amigo suyo de Madrid, don A ntonio Bote Moreno y Acevedo , e igual de estas cartas que de cuanto nos han dicho de él sus biógrafos se saca en consecuencia que fueron la inteligencia y el dominio las cualidades que prevalecieron en sus actividades profesionales. Tuvo inalterable sangre fría , golpe de vista rápido, lozana estatura, notables facultades físicas...», escribió Don Ventura. El torero: Pedro Romero Martínez . Así se llamaba la gran figura de una famosa dinastía, hijo de Juan de Dios Romero de los Santos.
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Pedro Romero vino al mundo una mañana de noviembre de 1754 , el día 18, en Ronda (Málaga). Tras participar en una fiesta de Los Barrios y en dos novilladas en Algeciras, con diecisiete años acompañó de segundo espada a su padre. Según señala el 'Cossío ', su presentación en Sevilla fue en 1772 en un mes de mayo en el que se lidiaron en cuatro jornadas (9, 11, 16 y 18) nada menos que 86 toros . Y también en la primavera de mayo, en 1775, se anuncia en Madrid para lidiar cuatro toros «imitando al referido Juan su padre que ha logrado la fortuna de complacerle [al público madrileño] muchos años», rezaba el cartel. Tal era su talento que una temporada después quisieron que rivalizara con Costillares. «Mantenía este una competencia, para él favorable, con Juan Romero, y los admiradores del viejo lidiador ven en Pedro el diestro capaz de sostener la pugna con el glorioso torero sevillano». Pero en el 77, los Romero decidirían no acudir a Madrid por el trato de favor que observaban por parte de la Junta de Hospitales hacia Joaquín Rodríguez, para volver a la Corte al año siguiente.
Toros, leguas y reales
La gran rivalidad de Pedro Romero llegaría posteriormente con Pepe-Hillo, especialmente en las fiestas reales por la jura de Carlos IV en 1779, donde se decidió que actuaran ambos espadas y hubo una pugna por la preferencia de alternativa , lo que se echaría a suerte. Y la diosa Fortuna decidió que fuese Romero el que matara el primer toro en un sorteo en casa del corregidor José Antonio Carmona.
En la Real Academia de Historia hacen referencia a una información publicada en 1776 y conservada en la Biblioteca Nacional : «La relación de toros estoqueados ese año por Pedro Romero, las leguas que había recorrido y los reales que había ganado. Según ese cuadro, que detalla pueblo por pueblo y ciudad por ciudad (toreó en Madrid, Aranjuez, El Molar, Salamanca, Almagro, Zamora, Navalcarnero, Valdepeñas...) el torero de Ronda lidió y mató 285 toros , recorrió 514 leguas y percibió 92.705 reales».
Sus reglas en la Escuela: «El matador, en su labor de muleta, no debía jamás huir ni correr, y que tampoco debía saltar la barrera, ni contar con los pies, sino con las manos», escribió Néstor Luján
Pedro Romero torearía de manera interrumpida en la Corte desde 1791 a 1799, cuando decidió retirarse. Luego, con una situación económica que no era buena según cuentan, se dedicaría a la Escuela Taurina de Sevilla . «Su paso fue severo; sus lecciones, concisas, espartanas. Teóricamente se redujeron a unas cortas pero sustanciosas reglas que todavía se mantienen y que eran aproximadamente que el matador, en su labor de muleta, no debía jamás huir ni correr , y que tampoco debía saltar la barrera, ni contar con los pies, sino con las manos; y que parar mucho y hasta dejarse coger era el modo de que los toros se consintiesen y se descubrieran para matarlo. Todo ello, de purísima esencia rondeña, es la veta auténtica del toreo», escribió Néstor Luján .
El espada que pregonaba que el toreo no se hace con las piernas, sino con las manos -«el que quiera ser lidiador ha de pensar que de cintura para abajo carece de movimientos», sentenció-, no sufrió una sola cornada en su trayectoria y consideró su oficio como 'matador de toros', ocupando el primer puesto, y dominó la suerte de recibir como nadie. Así, algunos le llamaron 'el Infalible'. Fernández de Moratín lo describió como un hombre «bravo, valiente, autocontrolado y muy guapo».
El retrato de Goya
Y así quiso inmortalizarlo Goya , en un retrato en el que contaba con unos 45 años y que ilustra este texto. «Esconde su pelo en un pañuelo negro que nos deja ver su bello rostro, de tez oscura, ojos grandes y negros, nariz bien proporcionada y largas patillas . Va vestido con sus mejores galas de torero con chaleco gris, camisa blanca con chorreras, chupa negra con forro rojo y el hombro izquierdo cubierto por una capa en tono cereza. Los botones del chaleco están pintados con gran delicadeza y minuciosidad al igual que los pliegues de la camisa. El brazo derecho se encuentra apoyado sobre una mesa y la mano reposa tranquilamente y relajada. En conjunto es un retrato que rebosa serenidad, amabilidad y sinceridad», se explica en la Fundación Goya en Aragón .
Pedro Romero, figura señera, murió a los 84 años el 10 de febrero de 1839. Dos siglos después, aún se habla de su valor y gallardía hasta el último aliento.
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