Manuel Escribano, buen profesional
El sevillano corta una oreja, muestra oficio y entrega al matar seis Miuras de juego complicado en la última corrida de la Feria de Abril
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónAl final de una corrida que se había puesto complicada, Manuel Escribano logra culminar con éxito su gesto: corta una oreja al quinto Miura, el único de buen juego. Le ha apoyado siempre un público cariñoso, que casi ha llenado la plaza. Cierra esta memorable – ... para bien y para mal– Feria de Abril la corrida de Miura: un monumento vivo a la gran tradición taurina. Sevilla ha sido siempre muy sensible para mantener las hermosas tradiciones: un ejemplo muy claro de su secular sabiduría. Eugenio d'Ors formuló su brillante sentencia: «Lo que no es tradición, es plagio». Vale para todas las artes, incluida la Tauromaquia. Sin el respeto a sus ritos y a sus tradiciones, perdería casi toda su magia.
La ganadería de Miura se creó en 1842: desde entonces, se ha mantenido en manos de una familia, no se ha mezclado con ninguna otra y mantiene sus peculiaridades, de tipo y de comportamiento: largos «como un tranvía», agalgados, listos, aprenden pronto... Antes, era habitual que los mataran las grandes figuras, desde Pepe Luis. Han brindado importantes triunfos a diestros como Diego Puerta, Rafael Ortega, Limeño, Ruiz Miguel, Manili, Campuzano, Manolo Cortés...
Si a la dificultad de lidiar Miuras se añade el torear en solitario (lo de 'encerrona' no debe decirse porque tiene un sentido peyorativo , igual que 'figurón', aunque lo usen los taurinos), se convierte en una hazaña . Recuerdo la de Espartaco, que cada vez se valora más.
Tampoco ha sido rotundo el triunfo de Escribano, pero toda la tarde ha lucido su entrega y profesionalidad: ha acudido a portagayola en tres toros: segundo, cuarto y sexto; se ha ocupado de la lidia, dejando al toro lejos del caballo; ha banderilleado con lucimiento y espectacularidad a todos; ha estado bastante eficaz con la espada... Las reses de Miura, en el tipo de la casa, han dado muy pocas posibilidades para el lucimiento: ¿quién dijo que los Miuras se habían dulcificado en exceso?
Al primero, le gana la cara en banderillas con facultades y conocimiento. Brinda al público. Lo llama desde el centro, el toro no humilla nunca. (¿No debiera haberse doblado más con él?). Le saca algunos naturales pero, al volver a la derecha, ya le busca, ha aprendido. Logra una buena estocada.
En el segundo, después de la larga a portagayola, encadena verónicas vibrantes: la plaza echa humo. Quiebra al violín el tercer par. En el centro, comienza con dos pases cambiados. En cada serie, el toro va suave dos veces... y ninguna más. Manuel está tranquilo, se maneja bien pero no cabe más lucimiento.
En el tercero, busca la variedad compartiendo banderillas con Chacón y Fernando Sánchez, que levanta un clamor al acercarse al toro pasito a paso. El toro protesta, flaquea, vuelve rápido, le pone los pitones en el pecho. No tiene ni un pase. Mata con habilidad.
Aguanta a portagayola cuando el cuarto sale distraído. Deja al toro muy lejos del caballo y se luce J. Francisco Peña. Con los palos, el toro va como una centella y Escribano mide bien las distancias. Brinda a Morante que, en el callejón, con un traje blanco, ha recibido las felicitaciones de todos. Después de los ayudados iniciales, el toro aprende pronto: metiéndose en su terreno, Manuel le saca dos muletazos pero el tercero, ya, es imposible. Esta vez pincha.
A pesar de la entrega del diestro, la corrida ya ha comenzado a pesar, su esfuerzo no ha encontrado recompensa. ¿Qué puede hacer, para levantarla? Felizmente, el quinto hace bueno el refrán: es un Remontista que sí remonta la tarde. A los sones de la maravilla que es 'Suspiros de España' tocada por esta banda, comparte banderillas de nuevo con Fernando Sánchez. ¡Por fin, un toro permite el lucimiento! Empujado por el público, le baja la mano, consigue emocionar con los naturales. El espadazo tiene rápido efecto y corta un trofeo (aunque pidan el segundo, esto es lo más correcto).
Quiere redondear el triunfo en el último: nueva portagayola, galleos, lo coloca bien (se luce Manuel Quinta). Brinda al futbolista Joaquín: esta vez, en lo alto del tendido, sin problemas. Despierta ilusiones este Limonero, como el de Antonio Machado («allá en el fondo sueñan / los frutos de oro») pero muy pronto se para, no da más opciones.
Sin triunfo rotundo, Manuel Escribano se ha confirmado como un buen profesional: su gesto merece gran respeto.
Concluye así la Feria de Abril, nos espera San Isidro. Siempre duele despedirse de Sevilla: ¡hasta muy pronto! Lo hago con unas humildes coplas manriqueñas:
«Después de estas doce tardes / de esperanzas, frustraciones / y emoción. / Después de los chaparrones, / de polémicas vividas / con pasión. / Después de las puertas grandes, / las orejas, los avisos, / la ilusión, / llega a su final la Feria, / que esta año han bautizado / 'la Victoria', / con la gesta de Escribano, / que ha buscado, con los Miuras, / la gran gloria / y la faena de Morante / que sigue saboreando / mi memoria. / Yo le digo adiós, con pena / a esta Feria sevillana / que ha hecho historia».
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete