Feria de Gjión
El Juli obra el milagro en la corrida que no quería embestir
La figura madrileña consigue extraer el fondo de ‘Niñero’, de Daniel Ruiz, y triunfa con un firme Luque
La situación de la tauromaquia en España: ¿dónde están prohibidas las corridas de toros?
El Juli, con el quinto toro, 'Niñero'
Escarbaba ‘Feminista’ , más cerca de ese oficialismo mansurrón de Irene Montero que del feminismo bravo de, pongamos, Camille Paglia. Ni una vez se entregó, como (casi) ninguno del conjunto de Daniel Ruiz, a la defensiva por su ausencia de casta. ¡Vaya ... corridita! ‘Ita’ en todos los sentidos, tan a modo, anovillados algunos.
Decíamos que ‘casi’ porque hubo uno que acabó embistiendo gracias al magisterio de El Juli . De buena reata era ‘Niñero’ y lo brindó. Al menos este metía la cara en el embroque, pese a despedirse con ella alta. Inconformista siempre, el madrileño obró el milagro con listeza: sin atosigarlo –esa fue la clave–, lo amasó, lo moldeó y lo exprimió con esa difícil facilidad de los elegidos. Los tendidos se frotaban los ojos: ¡el quinto había roto, sacó fondo y embestía! A más fue. Y Julián López se inventó una faena imposible para acabar en las cercanías con unas entusiastas luquecinas. Alzaba el ganadero los brazos al cielo y se santiguaba antes de que el de luces se perfilara para matar. Un espadazo enterró. No se sabe quién era más feliz, si el criador o el lidiador de ‘Niñero ’, aplaudido en el arrastre. Dos orejas se ganó esta máxima figura. Ya lo advirtió Napoleón: la ambición no se detiene para quien ocupa la cima de la grandeza.
Morante y 'Feminista'
Fue la cúspide de un encierro que arrancó con el tardo ‘Feminista’, con una tendencia más propia de los sabuesos que de los toros bravos. Ni de refilón conocía la clase: se quedó corto en el capote y arrancó la muleta a Morante. Nada claro, la capacidad morantista lo fue centrando y condujo el viaje, que pareció mejor en sus manos. Tras probarlo por ambos pitones, arrancó la música: no paraba ‘Feminista’ de arañar el redondel. El de La Puebla del Río bajó las telas y trazó muletazos con ese empaque tan suyo. Había que empujarlo mucho y el sevillano fue pura entrega. Sobre la segunda raya, le presentó de nuevo la zurda, aguantando el tornillazo constante del rival, que a punto estuvo de prenderlo en el molinete. Arrebatado, echó la rodilla a la tierra en un emotivo cierre. Suyo fue el primer trofeo de la festividad de Begoña, con una terna que sumaba más de medio siglo de alternativa.
El segundo de Daniel Ruiz también cantó su aspereza. Dominador desde el prólogo por bajo, El Juli se adueñó de la embestida ya en la primera tanda diestra. En el terreno de un chotis fue la siguiente, con un pase de pecho que despertó a la banda. «¡Toro, aquí estoy!», le provocó: en la derecha, la muleta; en la izquierda, el corazón. En el momento justo –ya hizo amagos de rajarse–, lo cuadró sobre las rayas. Pinchó Julián de fea manera y se evaporó el premio.
Otro aire parecía traer ‘Finito’. Y Daniel Luque lo meció a la verónica. Una a una. Gota a gota. Como el galleo por Chicuelo, con el capote lamiendo la arena. Brindó al público el de Gerena y, atornillado en la arena, principió por alto. Lo bueno llegaría por bajo. De cartel. Se movía ‘Finito’, pero también le faltaba romper hacia delante y protestaba a medio camino. Luque lo enredó con sabia técnica por ambas vertientes. Se rajó el torete y ahí bajó la cosa. Sinceramente se tiró Luque a matar y recibió un golpetazo seco en el vientre antes de pasear un galardón.
Tendencia escarbadora
La pasión según Morante se escribió en el cuarto. De embrujo fueron las verónicas. De poder y magia. Toreramente lo puso en el caballo y con una media deletreada tanteó a ‘Nigeriano’. ¡Vaya tela! Otro toro sin noticias de la bravura: ni una vez embistió en la muleta. Ni una. Y eso que el artista lo hizo todo a su favor, pero ni por esas... No le quedó otra que darle matarile: su trabajito le costó.
Luego llegaría el mejor quinto, que contado está... El último siguió la estela del que abrió plaza con su querencia escarbadora, pero Luque puso todo, con verdad frente a ‘Turronero’. Disposición absoluta del sevillano, que tocó estupendamente las notas ocultas del ejemplar. Claro que, en cuanto se sintió podido, se rajó... Y Daniel, valiente a carta cabal, abrochó en las cercanías con el animal aculado en tablas. Arrancó una oreja de peso en la tarde en la que El Juli logró el prodigio de bucear en el fondo de ‘Niñero’, el toro desorejado de la corrida que no quería embestir.