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Crece la leyenda de José Tomás

Apoteosis en Nimes del diestro de Galapagar que corta once orejas y un rabo e indulta un toro

Crece la leyenda de José Tomás afp

andrés amorós

Ni los más optimistas podían imaginar un resultado más feliz para la corrida de Nimes en la que José Tomás mata seis toros, en solitario. (Lo de «encerrona», que usan los taurinos, tiene sentido peyorativo de «trampa, celada»; no debe usarse para esto). Todo responde a las expectativas: el lleno, el ambiente, el juego de los toros, la actuación del diestro, su acierto con el estoque, los trofeos... [Pincha aquí para ver todas las fotos de Tomás en Francia

Ante todo, una expectación fuera de lo común. La hubiera suscitado, en todo caso, la categoría del diestro. Ha aumentado por la escasez de sus actuaciones y por la leyenda que se ha formado en torno a él, favorecida por su silencio y su negativa a dejarse televisar.

Sabemos que somos unos pocos elegidos los que podemos verlo torear. ¿Quién no querría formar parte de ese selecto grupo? Como afirma el programa de la Feria, esta corrida supone «un acontecimiento de alcance planetario» (sic).

Los toros, cuidadosamente elegidos, de cinco de las ganaderías hoy preferidas por las figuras, dan el juego que ellos buscan: dignamente presentados, muy justos de fuerzas, son -salvo el último- muy manejables, favorecen el triunfo del torero. (El cuarto, de Parladé, es indultado).

Desde el paseíllo, el público está entregado por completo. José Tomás logra estar a la altura de sus deseos. Toda la mañana se muestra firme, fácil, seguro y con la variedad que requiere este tipo de corridas; además, contundente con la espada . Con cierta generosidad , corta dos orejas en todos los toros que mata; salvo en el último, una sola. Al final, sale en hombros y el público hace saludar también al empresario, Simón Casas, que se abraza con el diestro. No cabe más...

El primero, de Victoriano del Río , es suave, flojo; lo cuidan en varas pero flaquea. Sin necesidad de probarlo, José Tomás se luce en chicuelinas hieráticas y dos gaoneras. En la muleta, va largo y noble. Brinda al público. (Lo mismo hará en el último: los únicos brindis de la mañana). Comienza con siete estatuarios sin moverse; dibuja derechazos, con los pies juntos, y naturales ligados, que remata con un afarolado. La estocada pone en sus manos las primeras orejas. Ha sido una faena de corte manoletista, solemne, pulcra, pero sin cargar la suerte, a un toro que, en la muleta, ha dado todas las facilidades.

El segundo, de Jandilla , muy en el tipo de la casa, mansea de salida. Después de varas, flaquea mucho, se duele, muge continuamente. José Tomás se dobla con él; aunque protesta, lo mete en la muleta: derechazos suaves, en los que el toro no se entrega. Al final, consigue ligar tres, a cámara lenta, y dos manoletinas. Estocada delantera, perdiendo la muleta: dos orejas (claramente generosa la segunda).

El tercero, del Pilar , es flojo, corto, rebrincado. Apenas lo pican, cae varias veces; en la muleta, es noble, sin emoción. Tomás logra buenos derechazos; más corto y apagado se queda el toro al natural. Remata con muletazos por alto, de perfil, y ayudados, flexionando la pierna. Estocada: dos orejas. La faena ha tenido el mérito de lidiar a un toro que, inicialmente, era menos claro.

Salto del toro al callejón

El cuarto, de Parladé, salta de salida al callejón, causando revuelo; luego, resulta suavísimo. Quita José de frente por detrás y, repite, a una mano: la Plaza hierve. Cita de largo al natural, con emoción, lleva al toro cosido en la muleta. Cuando va a entrar a matar, piden el indulto, que el presidente concede: apoteosis. La faena ha sido muy buena pero muchos protestan el indulto.

El quinto, un castaño de Garcigrande, flojo y suelto, se cae varias veces. Quita Tomás por suaves chicuelinas. El toro queda ideal para el torero, en la muleta: ayudados por alto, cargando la suerte. Crecido el diestro, inicia con un cambiado la serie de naturales. En uno, se le para a mitad y aguanta. Enlaza derechazos, desplantes entre los pitones, abaniqueo, estatuarios. (Hay algún grito pidiendo otro indulto). Ha sido otra gran faena: dos orejas.

El sexto, de Victoriano del Río (como el primero) es el único con genio, además de flojo y corto. Aguanta el diestro en gaoneras impávidas. Por única vez, esta mañana, recurre José Tomás al arrimón, metido entre los pitones. Faena de ¡ay!, no de olé. Estocada: una oreja. (¿Por qué? No es inferior a las del segundo y tercero). Sale el diestro a hombros por la Puerta de los Cónsules.

El éxito artístico -y el triunfo empresarial- estaban cantados, en esta corrida. La pregunta es obvia: la próxima temporada, ¿no podrían disfrutar con un acontecimiento semejante los aficionados de Madrid, Sevilla y Bilbao? Y, a ser posible, ahora que TVE ha vuelto a una Plaza, con sus cámaras, en abierto, para todos los españoles. Eso supondría, sin duda, una gran defensa de la Tauromaquia.

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