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Iván Fandiño, la ética del toreo

El filósofo Francis Wolff recibe el primero premio a los valores humanos que rinde homenaje a la figura vasca

Iván Fandiño, en Bilbao Efe

ABC

Con la muleta a la espalda y el corazón por delante. Así volvió Iván Fandiño este fin de semana a Bilbao. Aquella escena con la que tantas veces emocionó en Vista Alegre se erigía de nuevo en la escultura del primer premio que lleva su nombre, un galardón a los valores humanos que ha recibido Francis Wolff . El gran filósofo francés ensalzó la figura del torero de Orduña y con una frase resumió la verdad encarnada por Fandiño: «La diferencia entre el hombre y el animal es que el hombre es consciente de que puede morir ». El héroe vasco era consciente cada que vez pisaba el ruedo, cada vez que el túnel sombrío de los miedos descerrajaba la puerta del bravo.

Fandiño, así de crudo y de real, sabía que el toro lo podía matar y al toro entregó su «yo». Fandiño era la ética del toreo , la ética aristocrática defendida por Wolff con raíces antiguas, la ética del guerrero, la ética del respeto al traje de luces, la ética del hombre que sabe y está dispuesto a morir. Fandiño como ética del valor, la verdad y la vida.

Francis Wolff recibe el premio de manos de Javier Bustamante en el hotel Carlton de Bilbao ABC

En un emotivo homenaje, impulsado por Néstor García, apoderado de la inolvidable figura vasca, y Javier Bustamante , promotor de Toro Cultura, con el respaldo del hotel Carlton y la agencia de comunicación Lowe Marketing , el autor de «50 razones para defender la corrida de toros» recibió el trofeo, una escultura broncínea con la firma de Sergio del Amo . Su mentor, máximo velador de la historia inmortal de su torero, prefirió ausentarse durante la entrega. Demasiados recuerdos...

Emilio de Justo, con un ramo de flores ante la estatua a Iván Fandiño en Vista Alegre EmiliodeJusto

Otra vez Fandiño como protagonista en Bilbao, donde la afición recordaba sus faenas a «Histrión», del Ventorrillo; «Cantinero», de La Quinta; «Cachero», de Jandilla, o «Lagunero», su última lenta balada en la negra arena de Vista Alegre, una plaza en la que cortó cinco orejas además de otras tantas negadas por el presidente.

Y si el sábado Wolff recibió el I premio Iván Fandiño a los valores humanos, el domingo «brindó» Emilio de Justo «brindó» una colosal tarde en su nombre, con una faena de máxima verdad: «Entregarse es innegociable. En tu casa, más todavía. Va por ti, Iván. ¡Gracias, Bilbao!», escribió el torero extremeño en un tuit después de tener el gesto de dejar un ramo de flores ante su estatua. De pureza a pureza, de torero a torero. La ética del respeto.

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