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Una hermosa corrida de Torrestrella en Bilbao

Luis David Adame corta la única oreja en el serio y encastado conjunto de Álvaro Domecq

Luis David Adame abrocha por bernadinas su faena al tercero Efe

Andrés Amorós

El cartel reúne a tres jóvenes matadores, unidos por el denominador común del valor. Los tres deben definir mejor su estilo. La entrada sigue siendo pobre. Torrestrella es la ganadería triunfadora del año pasado y la que más veces ha lidiado en estas Corridas Generales. Dentro de Domecq, destaca por su casta. Consecuencia: las figuras no quieren torearlos. En el coloquio del Club Cocherito, escucho a Álvaro Domecq que, este año, no ha vendido toda la camada: un mal síntoma de cómo está la Fiesta. Los de esta tarde, serios, lucen bello y variado pelaje: burraco, castaño chorreado, colorado bragado; además, son encastados, con el interés y los problemas que eso tiene: requieren mando. Destaca el noble y precioso tercero, al que Luis David Adame corta una oreja.

Resulta chocante ver encabezar ya una terna al jovial valenciano Román: su permanente sonrisa conecta fácilmente con el público. En el primero, bien armado, compiten Caballero y él, en el mismo quite, con el capote a la espalda: ¡con lo hermosa que es la verónica! Saluda Raúl Martí. El toro se cierne, le avisa; Román aguanta varias coladas, se libra por pelos del percance; se vuelca, al matar, resultando prendido y pisoteado: saluda. El cuarto arrea, en banderillas, transmite mucho. Román se lo pasa cerca, logra ligar alguna serie de derechazos, tragando mucho, y mata con decisión. El bravo toro se resiste a morir, en una hermosa muerte, muy ovacionada.

Las bazas de Gonzalo Caballero son el valor impávido y las estocadas. El burraco segundo descabalga al piquero, protesta, rebrincado. El diestro le planta cara, traga las descompuestas embestidas y logra salir indemne. A la segunda, logra la estocada. Ha sido un hueso duro de roer. En el quinto, se queda quieto, consigue algunos muletazos aceptables, con riesgo. Al entrar a matar, sufre una lesión y a duras penas consigue acabar con él.

Luis David, el segundo de los Adame, es fácil y variado con capote y muleta. En el tercero, un burraco que es una pintura, abusa de las chicuelinas y asusta con ceñidas zapopinas. El toro va largo y noble, le deja enlazar muletazos vistosos, con entrega. No se libra de la moda de las bernadinas finales. Citando a recibir, deja una estocada defectuosa: oreja y gran ovación a este precioso «Pelolargo». También es hermoso y bravo el último, colorado: rivalizan, con el capote, Román y Luis David. Saluda Miguel Martín. La faena es animosa y variada pero desigual, el éxito se diluye. Luis David tiene condiciones pero debe dejar efectismos y profundizar en el toreo clásico.

Me queda en el recuerdo una hermosa corrida de toros: serios, encastados y dignos, algunos, de figurar en un museo, por su hermosa lámina. Pero las figuras seguirán sin torearlos…

Postdata. El año que viene, la Plaza de Bilbao saldrá a concurso, para privatizarse. Las interpelaciones de los partidos abertzales lo exigen. ¿Ayudará esto a que acuda más público? Temo que no y que prevalezca más, sin contrapeso, lo puramente mercantil: un horizonte preocupante, viendo los asientos vacíos, en estas tres primeras tardes. Y los taurinos siguen sin querer enterarse… Claro que más grave es que la vicepresidenta del Gobierno quite importancia a un político catalán que «ataca al Estado» español y que un senador pregunte por las medidas para defenderse de «un apocalipsis zombi…» Así estamos.

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