San Isidro
Grave cornada a Ginés Marín
Curro Díaz y Álvaro Lorenzo cortan cada uno una oreja en el debut en Madrid del Parralejo con una corrida encastada y noble
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Iniciar sesiónen la fiesta grande de Madrid, el día de San Isidro, Ginés Marín, en su primer toro, sufre una cornada en el muslo derecho de pronóstico grave, con dos trayectorias. En un gran gesto, espera a matarlo para pasar por su pie a la enfermería. ... El Parralejo lidió en Sevilla una seria corrida, en la que triunfó Daniel Luque. La de esta tarde, la iguala, por lo menos, con tres toros bravos y nobles. Cortan una oreja Álvaro Lorenzo (discutida) y Curro Díaz, en el último, que mata por Ginés Marín. Sangre y gloria: las dos caras de la Fiesta.
Madrid siempre ha sido una ciudad muy taurina. Lo demuestran la historia y la literatura. Recogen Goya y Nicolás Moratín la leyenda del Cid torero: «Sobre un caballo alazano, / cubierto de galas y oro, / demanda licencia urbano / para alancear un toro / un caballero cristiano». En un romance, el duque de Rivas evoca la fiesta en el XVII: «Está en la Plaza Mayor / todo Madrid celebrando / con un festejo los días / de su rey Felipe IV». A fines del XIX, Pascual Millán diagnostica, rotundo: «El pueblo de Madrid es el más aficionado a toros de todos los pueblos». Y Hemingway corrobora: «Si habéis llegado a enamoraros de las corridas de toros, tarde o temprano tendréis que ir a Madrid». No es un prejuicio localista. En los toros, Madrid sigue siendo decisivo por su exigencia, en dos puntos básicos: en el toro y en el público. Sin esa exigencia, cualquier arte se derrumba.
Aquí se valora mucho a Curro Díaz: la afición madrileña tiene buen gusto. Es torero, a la vez, clásico y barroco, con personalidad, fiel a sí mismo. Miguel Vega Blázquez, en su libro, lo definió como «torero lorquiano». Sus comienzos de faena, por bajo, suelen ser deslumbrantes. ¡Cómo hubiera disfrutado el inolvidable Pepe Moya con el chorro de bravura de Majadero!, un nombre mal puesto pero un toro excelente: pronto y repetidor en el caballo, que galopa, repite, humilla... Un gran toro bravo. Y Curro está con él... bastante bien. No lo cuaja del todo, surge algún desarme pero luce su clase con capote y muleta; liga derechazos muy buenos, mata pronto: hubiera esperado una reacción del público más calurosa. El cuarto empuja al caballo pero pronto flaquea. Se luce Lipi con los palos. En la muleta, el toro queda corto, protesta; el buen estilo de Curro encalla. Mata pronto pero no bien. Este Molinero no era como el de Antonio Machado: «Molinero es mi amante, / tiene un molino, / bajo los pinos verdes, / cerca del río».
Por la lesión de Emilio de Justo, ha entrado en el cartel Álvaro Lorenzo: se lo ganó por su éxito -y cornada- en el primer festejo de la Feria. Pertenece a la escuela toledana, basada en el temple. Me impacienta, a veces, que, con sus cualidades, no dé un golpe sobre la mesa: cada uno tiene su temperamento...
Flaquea el segundo del Parralejo y lo devuelven ya en banderillas. El sobrero, de José Vázquez, cercano a los seis años, grandón, mansea, después de la primera vara. Brinda a Emilio de Justo: en la muleta, el toro es manejable pero transmite poco. Álvaro le saca muletazos correctos pero uno a uno, sin emoción. Mata a la segunda.
Al salir el quinto toro, asoma el sol por las andanadas. Se luce Andrés Revuelta con los palos. El toro viene de lejos, con alegría, y repite. No es Histérico sino un toro bravo y noble, que transmite emoción. Álvaro Lorenzo logra series brillantes pero a veces se queda mal colocado y surge la división. Mata bien y corta una oreja, con protestas. Creo que le ha faltado dar un paso adelante más.
Desde sus inicios, Ginés Marín mostró una unión de facilidad y estética muy poco frecuentes. Ya ha abierto la Puerta Grande de Las Ventas: le toca consolidarse, en la primera fila. El tercero se viene arriba en banderillas, protestando y mugiendo sin parar. En el tercer derechazo, surge la cornada, en el muslo derecho. Ginés no se mira, intenta sujetarlo sin éxito y se lo quita de encima con facilidad. Pasa por su pie a la enfermería, sin gesto alguno. «Un toro malo», comenta un vecino. Y el de al lado, apostilla: «Hay Congresistas peores». No es un consuelo...
En el último, llegan noticias de que la cornada de Ginés Marín parece limpia. El toro se mueve, transmite mucho. Curro Díaz muletea con su buen estilo, que aquí se sabe apreciar, aunque sufre un desarme. La gran estocada pone al final en sus manos la oreja.
Posdata. En el día de San Isidro, recomiendo el reciente libro 'Mi barrio de las Letras', de Muriel Feiner, neoyorquina de origen, madrileña de adopción, fotógrafa y escritora, enamorada de España, de los toros y el flamenco. Es un buen compañero para pasear por las calles del viejo Madrid. En su cubierta, un cuadro de Pepe Puente muestra una anécdota histórica: los niños Domingo, Pepe y Luis Miguel Dominguín juegan al toro, en la plaza de Santa Ana. Así era Madrid...
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