Un gran Perera indulta al toro «Escarcha» en Cuenca

La tarde de hoy en Cuenca tuvo como cenit el indulto de Perera al segundo de una desigual corrida de José Vázquez.

El toro, de nombre "Escarcha" fue un dechado de clase y movilidad en la muleta, que no de bravura, pues, al final, acabó pidiendo la hora. Lo grande, o grandioso, fue la dimensión que ofreció Perera de principio a fin. Una faena templada, de muletazos largos, hondos y encajados, y siempre a más, como las grandes obras.

Sublime el de la Puebla de Prior de principio a fin, muy asentado y recreándose en la interpretación, se le vio muy seguro, muy a gusto, muy de verdad. Fue el Perera de las grandes tardes , el del toreo elegante, mandón muy asentado. Cumbre. El delirio llegó con el indulto de "Escarcha", sin duda, lo mejor de la segunda de la feria de San Julián de Cuenca.

Y para rematar su gran tarde en Cuenca, Perera cortó una oreja más del quinto, toro apagado y mucho más deslucido que el anterior, con el que el extremeño hizo un alarde de valor al meterse entre los pitones para argumentar así una faena firme y sincera.

Castella también "tocó pelo" en su primero, un toro muy justo de todo al que el francés entendió a la perfección para diseñar una labor templada y de muy buen argumento artístico. Cortó una oreja . En el cuarto bis fue un animal moribundo y sin fondo con el que el de Beziers anduvo muy voluntarioso en una faena a todas luces imposible en lo artístico.

Cayetano se enfibró en cinco verónicas y una media de rodillas volcando mucho el cuerpo hacia delantero jaleadas con pasión por el personal. Así fue su recibo al sexto, otro buen toro por presencia, también a su aire de salida . Lo sujetó Cayetano con muletazos por bajo rodilla en tierra, retazos bellísimos de esa tauromaquia tan de su sangre. Ahí rompió a bueno el animal y embistió con transmisión en una labor que, sin ser rotunda, tuvo torería a raudales y fases muy buenas por ambos pitones. Fue difícil de matar este importante sexto y ahí se le volvió a esfumar el triunfo al torero de dinastía. Que fuese el último toro les privó a ambos de una merecida ovación.

Cayetano, que fue todo disposición y actitud con su desclasado e incómodo primero, cuajó una gran faena al sexto, un buen toro de José Vázquez con el que el madrileño tiró de raza para instrumentar una faena de mucha expresión también en lo artístico. Tenía el triunfo en su mano, pero la espada hizo que acabara esfumándose.