Gómez del Pilar, triunfo y sangre

También parecen de otra época los diestros de esta tarde, todos veteranos, con larga experiencia de corridas duras. La historia del gaditano Octavio Chacón parece una novela. Estuvo siete temporadas en el Perú, toreando toda clase de animales, de media casta o menos, por los pueblos. Al volver a España, decidió hacerse banderillero. Llamó a su gente para que lo vieran por última vez como matador en un pueblo de Ávila, Fresnedilla, en 2014: inesperadamente, esa tarde indultó un toro de Escolar. Logró el reconocimiento de Las Ventas en 2018, ya con 34 años. Ante toros difíciles, conoce los secretos de la lidia como muy pocos. Con el capote muy recogido, lidia perfectamente al primero , que humilla, va de largo al caballo, es noble pero le falta fuerza. Aunque la faena no es brillante, da gusto ver cómo Octavio piensa con claridad delante del toro pero falla con los aceros. Lidia bien con el capote al cuarto, incierto. Chacón le deja la muleta en la cara y resuelve la papeleta con seguridad, salvo la espada.

La biografía del jiennense Alberto Lamelas suena a folletín dickensiano. Durante años, ha compaginado ser matador de toros y conductor de taxi, en Madrid. Continúa triunfando en las plazas francesas. En el segundo, que vuelve rápido, Lamelas, muy decidido, se mete en su terreno con un trasteo a la antigua, arriesgando mucho: mata con decisión y saluda. El quinto, bien picado por Prieto , es todavía más serio y muy incierto. Lamelas no se amilana, pasa varios sustos, trastea con oficio: no cabe pedir mucho más, salvo al matar.

El madrileño Gómez del Pilar remontó su carrera con toros de Victorino. Acude a portagayola, como suele, en el tercero y se salva por los pelos. El toro pone en dificultades a todos los toreros (un gran par de Candelas). Le anda por la cara, traga, aguanta arreones, le arranca muletazos emocionantes, nos hace pasar miedo: llega la esperada voltereta y mata muy bien. Noé no se ha ahogado con este diluvio, gracias al arca del valor inteligente: gran estocada y muy justa oreja . Vuelve a portagayola en el último y sufre una cornada en el glúteo. Ángel Otero, que le ha hecho un gran quite, pone los pares de más mérito de la Feria. El toro no tiene un pase, lo despacha Chacón.

Hemos presenciado una corrida a la antigua, basada en la lidia , en dominar la fiereza del toro, no en ponerse bonito. Lo mismo que cantó Manuel Machado: la «hermosa fiesta bravía / de terror y de alegría / de este viejo pueblo fiero… / ¡Oro, seda, sangre y sol!»