Gesto del herido Javier Cortés con los victorinos en el regreso de los toros a Alcalá

Vuelven los toros a Alcalá con el acontecimiento de un encierro de Victorino Martín: todos, cinqueños pasados. El primero se llama ‘Hermenéutico’ pero no es fácil de interpretar: ¿considerará eso una provocación sexista la alcaldesa de Gijón ? Es el más difícil de una corrida que cumple en varas, humilla y da juego aceptable. Javier Cortés y Rafaelillo cortan una oreja; Román, con generosidad presidencial, dos trofeos y sale en hombros.

A Rafaelillo le homenajeará la Feria de Murcia , su tierra, en su 25 aniversario. El primero humilla pero se revuelve rápido, se orienta, hubiera puesto en grave dificultad a un diestro menos experimentado: Rafael sortea los peligrosos derrotes y mata con habilidad Brinda a Cortés el cuarto, un precioso cárdeno, que mete bien la cara pero acusa el castigo: traza algunos naturales excelentes mientras el toro aguanta. Gran estocada: oreja.

Volvió a torear Javier Cortés , después de su gravísimo percance en el ojo. Contra la opinión de los médicos, actúa esta tarde, después de haber sido herido en el glúteo, el día anterior, al entrar a matar, en Linares. A pesar de los puntos que lleva, lancea con gusto al segundo, codicioso. (Saluda Antonio Molina). Tira bien del toro en derechazos de mérito. Un pinchazo no le impide cortar oreja. Después de pasar por la enfermería, le saca buenos muletazos al reservón quinto. En nada ha acusado Cortés la cornada que lleva pero falla con la espada: saludos.

También superó un muy grave percance el valiente Román . Se llama ‘Escritor’ el tercero: los de ese oficio no nos ofendemos... El toro empuja bien en dos varas (ovación a Chocolate). Brinda Román a Cortés. Logra largos y lentos naturales, con valor, sin aturullarse. Pese al pinchazo hondo, corta oreja. El último humilla pero no pelea bien en varas. Román muletea con suavidad a un toro que sale de las suertes desentendido. Mata pronto pero la espada queda baja: generosa oreja.

El cartel de esta corrida incluía una frase del alcalaíno Cervantes. Afirma Don Quijote que los toros más bravos son «los que cría el Jarama en sus riberas». No se inmuta cuando le atropellan «un tropel de toros bravos y de mansos cabestros». No cobardeó ante los toros el caballero, como hacen hoy muchos. (Siglos después, Valle-Inclán emuló su hazaña). Y Sánchez Mejías, en Nueva York, proclamó que «Don Quijote es el mejor de los toreros españoles». A diferencia de algunos alcaldes, no se acaba el valor de nuestros toreros.