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Entrega de Francisco Montero en la novillada de Saltillo en Las Ventas

Este debutante firma los pasajes más destacados

Francisco Montero saludó con el capote de paseo al último de la tarde Paloma Aguilar

Efe

El novillero Francisco Montero puso firma a los pasajes más destacados de la desigual novillada de Saltillo celebrada este domingo en Las Ventas, gracias a la absoluta entrega que mostró en los dos utreros que le correspondieron en suerte, con los que dio la cara sobradamente.

Montero llegaba a debutar a Madrid con muy pocas oportunidades a sus espaldas vestido de luces, pero sí parecía que tenía el oficio aprendido gracias a la cantidad de capeas en las que se ha fogueado durante los últimos años sobre todo en tierras salmantinas.

Ese bagaje le valió para, al menos, no perder los papeles en ningún momento, e, incluso, llegar a taparse con el tercero, que ya de salida quiso saltar las tablas y no le puso las cosas fáciles al chiclanero, que, con muchas carencias técnicas, le plantó batalla casi a cara a cruz, aguantando oleadas y coladas hasta llegar a ser arrollado sin consecuencias en la suerte suprema. Ovación para él.

Salió a por todas Montero en el sexto, al que recibió a portagayola con el capote de paseo para continuar con una larga cambiada más y un manojo de extraordinarias verónicas. Aquí sonaron los olés más rotundos de la función. Pero flaco favor le hizo después el picador que guardaba puerta, desollando y reventando al animal en una vara infame. El enfado de la gente, para qué contar.

Y, claro, cuando en Madrid la afición se pone tan a la contra el que lo paga luego es el torero, que, en su haber, hay que "cantarle" la entrega que mostró en todo momento, las ganas que puso para tratar de tornar las cañas en lanzas. No pudo ser. Pero ahí quedó su imagen de novillero con hambre y a tener en cuenta.

El primero de la tarde fue un "zapatito", que se dice en la jerga, un novillo bajito y bien hecho, que colocó muy bien la cara en los capotes y apretó en las dos varas que tomó. Luego en la muleta, aunque le faltó algo motor y, sobre todo, "picante", no tuvo tampoco mal aire, respondiendo con suma nobleza los envites de Alberto Pozo, que anduvo un tanto deslavazado con él.

Y es que no acabó de dar con la tecla precisa, pegándoselos de uno en uno, y sin llegar a asentarse ni a dar el paso al frente con un animal que aparentemente no se comía a nadie. Así la faena no llegó nunca a tomar vuelo.

El cuarto fue el peor con diferencia, un novillo que se paró enseguida y se negó a pasar, sin dar opción alguna a Pozo, al que no le quedó otra que abreviar.

Conquero se las vio en primer lugar con un novillo que tuvo tanta nobleza como pocas fuerzas, pero fue suficiente para que el onubense exhibiera el buen corte que posee en varias pinceladas al natural de mucho gusto. Lástima que le faltara oponente para redondearlas pues quiere hacer las cosas con pureza y sin vender nada. Lo de la espada ya fue otro cantar.

Con el quinto quedó inédito Conquero al estrellarse con un novillo bronco y reservón que le puso en serios aprietos en más de una ocasión. Con los aceros volvió a demostrar que necesita mejorar, y mucho.

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