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José Fernando Molina, la nueva esperanza de Albacete, marca la diferencia en Santander

Corta dos orejas y sale a hombros en una buena novillada de Zacarías Moreno

José Fernando Molina , en el momento de ser prendido al entrar a matar Serrano Arce

Rosario Pérez

PRIMER NOVILLO

Gustó Antonio Grande en su variado saludo, de rodillas y erguido después, a la verónica y por chicuelinas. Por cordobinas, muy despaciosas, fue el quite a este primero, muy a modo. Y de hinojos se plantó con una trebolina, un farol en el que fue arrollado con violencia. Se asustaron los tendidos, que hbín congregado una estupenda entrada en una novillada -benditas sean en tiempos de escasez-, pero no se amilanó el salmantino, que echó de nuevo las rodillas por tierra para conducir la embestida a derechas. Repetía el de Zacarías Moreno, sin terminar de humillar, y el joven de Salamanca lo exprimió con un sobrio concepto, salpicado de momentos con su aquel. Aunque el trazo no resultó siempre limpio y se revolucionó por instantes, bordó los de pecho y anduvo decidido siempre. Remató por bernadinas, pero pinchó. Se quedaba en la cara y así no había forma. El posible trofeo se quedó en saludos y una ovación par el novillo.

SEGUNDO NOVILLO

Fernando Plaza, triunfador en Madrid, se echó el capote a la espalda en un par de gaoneras tras el saludo por verónicas. Firme en las tafalleras siguientes. Como su compañero anterior, brindó al público. Por estatuarios fue el prólogo, con un pase del desdén y varios de pecho. Todo con mucha serenidad. Sorprendente su calma, con el toque suave a «Mocito», con calidad dentro de sus cositas de manso. Plaza se lo pasó muy cerca, más cerca todavía, con mucho valor, aunque a veces lo ahogó. Como aquella ilusionante faena no acabó de prender en los tendidos, se plantó de rodillas en el final con unas manoletinas. La defectuosa estacoda necesitó del uso del descabello. Falló y abortó el premio.

Estocada de Molina

TERCER NOVILLO

Buen aire de José Fernando Molina a la verónica en la bienvenida con el novillo de su debut en cuatro Caminos, que manseó tela. Sergio Aguilar se lució con un gran par. Y la esperanza de Albacete brindó al público. Ganó terreno hasta los medios algo genuflexo. Y allí planteó su labor. Como ya ocurriera con el capote, se le venció por el izquierdo. El rubio albaceteño persiguió el tmepoe en todo momento y le bajó las telas. Una serie diestra, enlazada a un cambio de mano y uno de pecho, fue la que más plácemes cosechó. Cuando regresó al izquierdo, «Lechón» no le perdonó y se lo llevó por delante con violencia. Molina se uqitó las zapatillas y continuó con la mano de la cuchara, entre ovaciones por su disposición. Se tiró a matar de verdad y resultó prendido de feísima manera. Parecía ir herido, pero el novillero aguardó la muerte de su rival. Oreja. Pasa a la enfermería acompañado por su apoderado, Manuel Caballero.

CUARTO NOVILLO

Sube la presentación con el cuarto, de nombre Fermentado, negro mulato, de 451 kilos. A cámara lenta el recibo por verónicas, con una media de rodillas de Antonio Grande . Sobre las rayas, buscó con méritos las vueltas a un novillo con sus teclas en una faena de mérito y garra, algo esforzado en alguna ocasión. Se alargó y oyó un aviso mientras cuadraba para matar al animal, que escarbaba.

QUINTO NOVILLO

Fernando Plaza, el hombre tranquilo, imprimió de nuevo despaciosidad desde que cogió el capote en el segundo de su lote. Tras un quite con el capote a la espalda con aires talavantinos, brindó a Emilio de Justo y tras echar las dos rodillas por tierra en el comienzo, tuvo que poner los pies en polvorosa. Ya erguido, se atalonó con el buen novillo de Zacarías Moreno. Pisó terrenos de compromiso a izquierdas, con el viaje algo má corto pero con su clase. Con más de media faena encima, cantó la gallina quiso pirarse a toriles. Alaga la faena. Oye un aviso. Pincha. Falla o el descabello. Otro aviso. Y al borde del tercero. Ovación a «Visitante» y silencio para el torero.

SEXTO NOVILLO

Echaba las manos por delante este último, abrochadito de pitones pero el más corpulento y con problemas. Puso en aprietos a José Fernando Molina, bautizado en el tendido como Pepe Molina (más artístico), y hasta a un torero de plata de la talla de Miguel Martín, al que a punto estuvo de arrollar. Apretó en el caballo que montaba Tito Sandoval, que le zurró una vara algo contraria. Sin apreturas, el echó la muleta a izquierdas con la mano baja y templando la boyante embestida por ese pitón. Más bruscote era por el derecho. Valiente el de Albacete, que bordó los de pecho. Otra vez se tiró a matar. Media estocada y oreja para la nueva esperanza de Albacete, triunfador de la tarde en un novillada que brindó opciones de éxito a la terna. Por h, por b y por la espada, Molina marcó la diferencia y se marchó en volandas, mientras el acero privó del triunfo a sus compañeros con el noble conjunto de Zacarías Moreno.

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