Corrida concurso de Morón: Daniel Luque y Maletilla, el tándem perfecto para soñar el temple

El coso de Morón lucirá el cartel de 'No hay billetes' dentro del aforo permitido (mil espectadores en una plaza de cinco mil, con el metro y medio de por medio). Será la primera corrida en la provincia de Sevilla, con el telón de fondo de la Feria de Abril. También se hacen apuestas sobre si será posible o no celebrar el serial de figuras abrileño, una vez que el empresario, Ramón Valencia , pone como condición que se pueda ocupar la mitad de los tendidos. Curiosamente, se exige ese 50 por ciento de aforo tan criticado en El Puerto de Santa María , donde a Lances de Futuro, la empresa de Garzón, atacaron sin piedad sus entonces compañeros de Anoet. ¿En El Puerto no y en la Maestranza sí? Cosas de las batallitas taurinas...

Arranca el paseíllo. Suena el Himno Nacional y el grito de ¡viva España! Daniel Luque se ha enfundado un terno sangre de toro y oro; Ginés Marín ha optado por un caldero y plata.

La suerte está echada. Sale el primer toro, de Herederos de José Luis Osborne , un bonito burraco herrado con el número 26, que no parece andar sobrado de poder. Daniel Luque quita por chicuelinas y Ginés Marín quita por el mismo palo, con las manos bajas y susto incluido. Luque brinda al público y nada más comenzar el toro se desploma. Aquella calidad endeble requiere suavidad extrema, pues a la mínima pierde las manos y cuesta que aquello trepe en los tendidos. Luque plantea una faena con inteligente calma. Estoconazo de ley del torero de Gerena.

El segundo toro pertenece a la divisa de Pallarés. Su nombre: Campanillero, un cárdeno claro acapachado y herrado con el 22, que despierta esperanzas en el saludo capotero de Ginés Marín , ganando terreno. Esa templada ilusión continúa en la lidia de Chacón. Ya en la muleta, el toro obedece, pero cada vez le cuesta pasar más, todo va a menos, y la emoción no brota. El matador afincado en Extremadura entierra un espadazo. Saluda una ovación.

Relampaguito II es el bautismo del tercero, un cárdeno claro de Partido de Resina al que premian con palmas su presentación. Chato su hocico y largo su cuello, con toda su guapeza a cuestas. Pero su embestida, con nula casta, no es tan bella como su estampa. Todo lo contrario: desde su lidia, se aprecia que más que embestir, topa. Distraído y con la cara por encima del palillo, cuesta estar delante. Luque muestra su capacidad, con solvente oficio, y consigue que se trague algunos muletazos. Pide que pare la música y busca las vueltas para cuadrarlo en la hora final. No es nada fácil. Dos pinchazos y estocada.

¡Que viene Miura! Y el de la A con asas llega en cuarto lugar. Bilbaíno se llama, número 67 y negro entrepelao, cuya salida observa con atención Morante de la Puebla, anunciado con miuras en la Feria de Abril. Empuja Bilbaíno en el puyazo. A la muleta el de Zahariche llega noblote y pasando, pero sin chispa, tónica de lo que va de corrida. Ginés Marín quiere rematar por manoletinas mientras el miura escarba. Mata con enorme seguridad de una estocada. Pasea la primera oreja. Visto lo visto en lo que va de tarde, Murube y Juan Pedro Domecq lo tienen fácil para ser triunfadores de esta corrida concurso...

El quinto es de Murube, Maletilla , número 1, de negro pelaje. Más clase que todo lo que va de corrida tiene este toro, al que Daniel Luque, en estado de gracia, cuaja a placer. Compás del sevillano con un toro que le regaló embestidas de calidad suprema para soñar el temple. Sentido todo y sedosos los naturales. ¡Y qué despaciosidad! Estocada y dos orejas. Sonríe el matador, que aplaude al toro en el arrastre.

Cierra plaza el toro de Juan Pedro Domecq, Revolera, un colorado ojo de perdiz con el número 15. Apunta Ginés Marín algún bello lance a la verónica. Arreado por el triunfo de su compañero/rival, se planta de rodillas en el prólogo de faena con un toro con buen son pero que se derrumba. Pide templanza sin tirones y el entendimiento no siempre llega entre Ginés, con indiscutibles ganas y pasajes destacados pero sin total acople, y Revolera, con las medidas fuerzas; acorta distancias con un animal que va a menos. Estocada. Hay cierta petición, que no cuaja del todo. Ovación de despedida.