El día que Camilo José Cela debutó vestido de luces y al toro lo tuvo que matar la Guardia Civil

«Me dieron ochenta duros que me gasté en la cuadrilla, ¡una panda de golfos!», contó el premio Nobel hace ahora medio siglo

Camilo José Cela ABC

Ángel G. Abad

A Camilo José Cela siempre le interesó la Fiesta no solo como aficionado, pues en su juventud tuvo la ilusión de quien se lanza a las capeas para hacerse rico y famoso. Hace ahora cincuenta años, la revista «El Ruedo» publicó ... una entrevista con quien en el devenir del tiempo alcanzó la gloria en las letras con el premio Nobel de Literatura .

Su currículum como escritor es de sobra conocido, lo que se conoce menos es su aventura en los ruedos. El propio Cela se lo reconoce al periodista Norberto Carrasco cuando éste le pregunta si había toreado alguna vez: «Sí, hace veintitantos años -a finales de los años cuarenta- toreé por diversos pueblos de Ávila: Navalperal de Pinares, Hoyo de Pinares y Cebreros», y matiza que «vestido de luces, solo una vez, en Cebreros».

Aquella tarde no se le olvidó nunca al Nobel, «la verdad es que quedé muy mal. No pude matar al toro y fue la Guardia Civil quien lo hizo. El cabrito del bicho no se dejaba pinchar. Lo intenté todas las veces del mundo, pero no había manera».

Peones más caros

Y resume: «Desde luego, aquella fue una mala tarde. Me dieron ochenta duros (cuatrocientas pesetas de la época), que me gasté en la cuadrilla... ¡Vaya una cuadrilla! Era una panda de golfos, de borrachos, que contraté en la calle Lavapiés porque los peones de la calle Victoria eran más caros».

La tarde de Cebreros, la única en la que lució vestido de torero, aún tuvo más: «Los mozos, cuando iba a guarecerme en las talanqueras o debajo de los carros, me molían a palos », aunque con el tiempo «es una experiencia que vale la pena. Después del miedo pasado cuando uno ve que está vivo la paz que te invade es maravillosa», pero aquel toro «que me tocó en suerte, si es que a eso le podemos llamar suerte, era un bicho que sabía latín y había sido toreado ya por tres generaciones seguidas».

Cela se refirió en aquella entrevista publicada en enero de 1971 a sus dos obras con contenido taurino: Toreo de salón , «que no es puramente taurina porque no aparece el toro para nada, porque allí se toreaban sillas», y El Gallego y su cuadrilla , que trata las capeas de los pueblos, «y como puede imaginar, El Gallego soy yo», lo que le dio pie para asegurar que « la gran novela de toros está por escribir, pues hay que reconocer que el ambiente que rodea el fenómeno taurino está siempre amenazado por el tópico».

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