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Muy bravos «Chirón» y Serrano en Las Ventas

El matador albaceteño da una vuelta al ruedo y Caco Ramos sufre una cornada grave

Sergio Serrano, a portagayola Paloma Aguilar

Andrés Amorós

A una semana de la Feria de Otoño, en el último «desafío ganadero», comparten cartel las reses de Saltillo y Araúz de Robles . Este último lidia dos toros muy bravos; los de Saltillo, de espectacular presentación, dan juego aceptable. El albaceteño Sergio Serrano, que ha toreado muy poco, impresiona por su valor; los veteranos Sánchez Vara y Castaño lidian con oficio. Cae herido el banderillero Caco Ramos. Destaca también la gran cuadrilla de Castaño.

El alcarreño Sánchez Vara tiene casi veinte años de alternativa y una amplia experiencia, en corridas duras. El primer Saltillo, «Pajarero» (como el protagonista de «La flauta mágica», de Mozart), sólo cumple en varas pero va a más, saca nobleza y el diestro muestra su buen oficio con un trasteo mandón; destacan los naturales, citando de frente, pero mata a la segunda, entrando de lejos: aviso y ovación. El cuarto, «Chirón», de Araúz, embiste con fiereza al caballo tres veces. ¡Qué hermoso espectáculo! La afición ruge de entusiasmo. (Ovación al picador Adrián Navarrete). Baja mucho la mano Sánchez Vara para someterlo. Aunque la faena no sea redonda, tiene indudable mérito estar digno, delante de un toro tan bravo, justamente ovacionado.

Javier Castaño ha buscado siempre dar espectáculo con una lidia completa y una gran cuadrilla. Causa «un respeto imponente» (como el Piyayo, de los versos de José Carlos de Luna) al haber superado una grave enfermedad y seguir enfrentándose a estas divisas. El primer Araúz, un «Latoso» que me recuerda a otros, embiste de lejos con bravura al caballo, se lucen Pedro Iturralde y, a pie, Marco Galán, Joao Ferreira y Fernando Sánchez, que saludan. ¡Qué gran cuadrilla! Castaño muletea con reposo y clasicismo pero el toro se para pronto y la faena no cuaja. Mata bien pero a la segunda y se ovaciona al toro. El último Saltillo, de espectacular arboladura, sólo cumple en varas; vuelven a lucirse los tres banderilleros. El encastado toro repite, Castaño aguanta las oleadas con profesionalidad pero sin brillo y falla con la espada.

El tercer Saltillo pasea su «Palmito» (como la «monísima» madrileña, cantada por Jorge Sepúlveda) pero es complicado: hiere al banderillero Caco Ramos en el muslo izquierdo, una cornada de 20 centímetros, de pronóstico grave. Sergio Serrano le planta cara con un valor seco que impresiona, se juega la cornada en un trasteo de mérito pero la espada le priva del merecido trofeo. Vuelve a ir a portagayola en el último, se entrega del todo, pasa momentos de apuro. El toro acude tres veces al caballo pero sale suelto; en la muleta, vuelve muy rápido, es una «prenda». Sergio se dobla bien, no se descompone y lo mata a la segunda: mucho más de lo que cabía esperar de él, con lo poco que ha toreado. Ha dejado gran impresión, merece más oportunidades.

Postdata. Los que, en las redes sociales, desearon la muerte al niño Adrián, por taurino, sólo incurrieron en «una soez manera de exteriorizar una ausencia total de empatía». Juzguen ustedes.

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