La alternativa soñada de Tomás Rufo

Desde Domingo Ortega, la escuela toledana se basa en el dominio del toro, la sobriedad, sin adornos innecesarios, y el temple. Por esta senda han ido los Dominguín, los Lozano, Morenito de Talavera, Gregorio Sánchez... ahora, Eugenio de Mora y Álvaro Lorenzo. Nadie mejor que los Lozano para enseñar este camino.

Toma la alternativa Rufo con ‘Campanario’, colorado, 530 kilos, de Domingo Hernández, justo de fuerzas, noble. Lancea templado en verónicas y gaoneras, brinda a su padre. Los muletazos, muy lentos y suaves, entusiasman. Faena grande y medida, rematada con un estoconazo: dos orejas. Al sexto, rajado, le arranca muletazos con gran entrega pero prolonga demasiado y sufre una fuerte voltereta, que se veía venir. Otra gran estocada: otras dos orejas. Pasa al final a la enfermería.

Domina por completo El Juli al buen segundo, le hace de todo, en una faena rematada por circulares invertidos. Por la espada, que maneja con su discutible estilo, se queda en una oreja. Al cuarto, soso y distraído, lo mete en el canasto con gran oficio al llevarlo prendido en la muleta. Estocada trasera con salto: dos orejas.

Viene Manzanares de triunfar en Albacete. Domina con elegancia al tercero, que se raja. Logra el estoconazo a la segunda. Traza naturales largos, con empaque, en el encastado quinto, ‘Camarero’ (no se ofende este honrado gremio, a diferencia de la alcaldesa de Gijón). Mata recibiendo a la segunda: oreja.

Tomás Rufo ha tenido una alternativa soñada, que le abre todas las puertas. Adapto los versos de Cervantes, en el ‘Rinconete y Cortadillo’: «Por un toledano / rufo a lo valón / está ilusionada / toda la afición». Con este Rufo, llamado Tomás, Toledo tiene ya una nueva figura del toreo.