Francisco Rivera Ordóñez se despide del toreo
El torero dinástico se retira de los ruedos en Zaragoza
ANDRÉS AMORÓS
Se han confirmado los rumores: esta tarde, en Zaragoza, en uno de los últimos festejos de la temporada, sin ceremonia alguna, ha dicho adiós a los ruedos Francisco Rivera Ordóñez . Los toros de Las Ramblas han sido flojos y parados, no han permitido ... el triunfo de los diestros. Sin cortar trofeos, Francisco se ha mostrado digno, buen profesional.
El último toro que ha matado, el cuarto, se llamaba «Exclusivo» (en masculino, no piensen en los medios de comunicación), de cuatro años, color tostado y 501 kilos . Lo recibe con dos largas cambiadas de rodillas, en tablas; lo lleva al centro con lances suaves, lo cuidan, es flojo y huido. Mueve bien al picador, aunque algunos no lo entiendan. Coloca tres pares de banderillas, cuarteando con facilidad, y se adorna con un desplante. Brinda a su hija Cayetana , que ocupa una barrera, a la que también había enviado el capote de paseo, grana y plata (él viste de azul marino y oro). Inicia la faena de rodillas, en tablas. En chiqueros, le saca tres muletazos: no tiene más, se raja por completo. Estocada de efecto rápido: ovación y saludos.
Al retirararse al callejón, recibe los abrazos de los compañeros y amigos: su apoderado, Manolo González ; el empresario, Sebastián Rodríguez; Manolo Sánchez; José María García , que se enjuga las lágrimas...
Había recibido al primero, «Ilimitado» , colorado ojo de perdiz, suelto y flojo, flexionando la rodilla. No lo brinda. El toro, que se ha astillado el pitón derecho, es noble y flojo, se apaga enseguida. Logra buenos muletazos, muy lentos, por la derecha; por la izquierda, se defiende, con la cara alta. Mata bien. Ha estado toda la tarde muy tranquilo, atento a los quites, lidiando con oficio. Se le ve ágil, en buena forma. Podía perfectamente seguir...
Como otras veces, El Cid se lleva el mejor, el segundo, que brinda a Francisco. Las dos primeras series son excelentes, el toro va de dulce, pero se para pronto. Pierde el trofeo por la espada. El quinto es un marmolillo, sin ningún recorrido. El Cid no logra faena y mata mal.
Castella lidia dos sobreros, del Torreón , también flojos y sosos. Muletea pausado al tercero, que no repite: el trasteo resulta premioso. Mata con decisión. El sexto se derrumba varias veces. Sebastián se empeña y, al final, arranca algunos naturales estimables pero ha prolongado mucho la faena y recibe dos avisos.
Paquirri, hasta la muerte
Francisco Rivera Ordóñez cuenta ahora 38 años. Su trayectoria personal le ha convertido en personaje popular. En 1998, se casó con Eugenia, la hija de la duquesa de Alba: el torero y la aristócrata, como en las novelas... No debe ocultar eso su trayectoria taurina: 17 temporadas como matador de alternativa, ha matado más de dos mil toros. Recuerdo bien cómo deslumbró su valor seco, al tomar la alternativa, en Sevilla, en 1995; esa misma Feria de Abril, ya cortó allí las orejas a un toro de Sánchez Ybargüen. Al año siguiente, toreó más de cien corridas. Formó parte del cartel de los llamados «tres tenores», junto a Joselito y Enrique Ponce. Suscitó polémicas cuando recibió la Medalla de Bellas Artes. Desde hace dos años, se anuncia en los carteles con el nombre de su padre. Los aficionados hemos querido ver en él la huella de Antonio Ordóñez, cuando lancea, rodilla en tierra; de Luis Miguel, por su fuerte carácter; de su padre, cuando banderillea.
Siempre ha defendido que, pese a su imagen, la Tauromaquia ha sido el centro de su vida; que ama al toro y se considera, ante todo, torero; que siempre ha soñado con cuajar un toro, en una Plaza importante... Ahora tiene que afrontar un nuevo reto: vivir al margen de los ruedos. Pero seguirá siendo Paquirri y torero, hasta la muerte.
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