Hazte premium Hazte premium

San Isidro: la lidia imprescindible

Dramáticos momentos de Paco Ureña, que sufrió dos puntazos, y única ovación para Juan del Álamo

San Isidro: la lidia imprescindible paloma aguilar

andrés amorós

Muchos aficionados esperan con ilusión la corrida de Pedraza de Yeltes, una ganadería salmantina, que, desde hace cinco años, viene apostando por la casta, con notables éxitos. Los de esta tarde, de muy seria presentación y mucho peso (tres, con más de 600 kilos; uno de ellos, rozando los 700), presentan notables dificultades; sólo el tercero resulta francamente bueno.

Salvo en ese toro, que permite el lucimiento de Juan del Álamo, los demás exigen una lidia no fácil, a la que no están acostumbrados ahora los diestros ni el público.

Javier Castaño ha tenido la inteligencia de apostar por el espectáculo total, con una gran cuadrilla (que llegó a dar la vuelta al ruedo en San Isidro: un hecho insólito). Este año, sorprende que haya salido de ella David Adalid pero le sustituye otro buen torero de plata, Ángel Otero. El primer toro da mejor juego en el caballo que en capote y muleta. Se luce con los palos Fernando Sánchez. El toro es complicado, se quiere ir. Aguanta Castaño arreones; algunos derechazos tienen emoción pero no consigue brillo y tarda en matar. El cuarto empuja con fuerza al caballo, aguanta Tito Sandoval con gran mérito pero acaba siendo derribado. Tardan demasiado en levantar al caballo. Saludan en banderillas Otero y Sánchez. En la muleta, el toro es difícil, Castaño no logra dominarlo; con la espada dentro, huye a chiqueros y casi lo coge, al intentar descabellar.

No olvidará fácilmente Paco Ureña el gran toro «Agitador», de Fuente Ymbro, al que no cortó las orejas. Esta tarde, intenta remediar ese fallo. El segundo, fuerte, casi no le deja ni brindar. Sufre una seria voltereta, pasa momentos de apuro. Está valiente pero no logra resolver las dificultades y mata caído. (Pasa a la enfermería, donde le atienden de dos puntazos en las piernas, de pronóstico leve). Vuelve para actuar en último lugar, corriendo el turno. El toro es manejable pero flaquea. Ureña pone voluntad, cae en la cara de la res, pasa momentos de angustia, con los pitones en la cara.

Juan del Álamo cortó un trofeo y recibió un fuerte pitonazo en el pecho, en la primera de San Isidro. Le toca hoy el tercero, el único bueno de verdad, que va largo y noble. Se luce en lentas verónicas. El comienzo es prometedor, con muletazos ligados, en series cortas pero con emoción. La faena va a menos. Escucho a un vecino: «Está tan indeciso como un votante, hoy en día». Mata caído. (Cuando eso sucede, no se deben hacer gestos triunfales). Su segundo, lidiado en quinto lugar, tiene cinco años y medio, es el que roza los 700 kilos. El diestro está decidido, le saca algún natural pero el toro se para por completo. Lo caza con habilidad. Ha hecho una buena Feria.

La lidia siempre es imprescindible; mucho más, como esta tarde, cuando los toros tienen casta y dificultades. Así ha sido toda la vida la Tauromaquia, antes de que se inventaran los toros que «se dejan».

Postdata. «Ahora mismo se pegan pases mejor que nunca, con una gran perfección, pero ahora no se sabe torear, no se torea bien. Porque torear no es pegar naturales y derechazos. El toro es una fiera que sale de los chiqueros y necesita unas normas, una lidia, para prepararlo para la muerte. Y, según las condiciones del toro, puede ser la labor lucida o, simplemente, eficaz, que tampoco está mal... En los toros de hoy falta la lidia.»

Lo ha escrito un torero tan educado y respetuoso como Joaquín Bernadó.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación