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Clamor por José Tomás en la Feria de Málaga

Corta tres orejas y sale a hombros tras torear con suma lentitud

Clamor por José Tomás en la Feria de Málaga efe

fernando carrrasco

Málaga se vistió ayer de fiesta. Y buena parte de «culpa» fue de los toros. O lo que es lo mismo, la Fiesta Nacional . Desde primeras horas de la mañana un nombre copaba las charlas en el desayuno, a la hora de comprar el pan y al mediodía con una buena cerveza en la mano: José Tomás . Málaga estaba expectante ante la presencia del diestro de Galapagar.

[Así vivimos la corrida de José Tomás en Málaga ]

Claro que también muchos reprochaban que no se midiese, máxime con la gran feria que ha montado el empresario José Cutiño, con los coletudos del momento. Y es que un «mano a mano» con un rejoneador se antoja descafeinado. No hay una competencia.

Gran faena

Por eso mismo en el ruedo cada uno fue por su sitio, claro está. Sin embargo, el público estuvo con ambos en todo momento. Sobre todo con el diestro de a pie, que cuajó una gran faena al segundo de su lote, el de Victoriano del Río. Tuvo a la gente a su favor pero, ojo, se entregó el de Galapagar en todo momento. Poco que escribir de su primero, un astado de Parladé que lo desarmó al segundo capotazo. A pesar de ello, llevó al animal en verónicas lentas. En un quite por delantales perdió las manos el toro. Y en la muleta se defendía y no terminaba de pasar. Se puso JT sobre la diestra pero aquello no funcionaba. Tras probarlo por el izquierdo, macheteó y ahí acabó todo.

José Tomás ralentizó los naturales, largos muy largos, profundos y de mucha verdadCambió el decorado en el cuarto, un toro de Victoriano del Río más alto y con mayor presencia. Tras intentarlo a la verónica, cuajó tres chicuelinas de una belleza excelsa rubricadas con la media. Un quite trajo el susto cuando se echó el capote a la espalda para quitar de frente por detrás, tropezó y cayó. El mismo torero se hizo el quite desde el albero. Y luego unas saltilleras y faroles para prologar lo que vendría en la muleta. Porque tras brindar al público y con el toro en las tablas, se puso en los medios –fue acortando distancias– y citó para torear por estatuarios. El de Victoriano repetía y tenía temple en sus embestidas. Y llegaron entonces dos series diestras de mano baja, de muleta por el albero y la ligazón y la despaciosidad. Una obra de una lentitud tremenda, brutal. No fue lo mismo sobre la zurda y de nuevo dejó otra por el derecho en la que aguantó estoico. Se arrancó un cantaor. Bueno… Pinchó antes de dejar media y cortar una oreja. Pero la lentitud de la muleta de José Tomás es pasmosa.

Cerró plaza un toraco de 596 kilos de Parladé, que no se entregó en los primeros compases. Sin embargo, se le hicieron muy bien las cosas hasta que llegó al tercio final y allí rompió. JT a los medios con el toro. Y ahí, en ese terreno tan complicado, primero brotó el toreo diestro pero luego ¡ay, luego! surgió el natural con mayúsculas. Naturales largos, llevando al parladé hasta el final. En la tercera, ya citando de frente, fue ralentizando aún má. Toreo hondo, profundo, natural como su propio nombre indica. Faena muy intensa y siempre en los medios. Dejó un espadazo casi entero y cortó las dos orejas en medio del clamor.

Oreja para el caballero

Hermoso de Mendoza demostró su magisterio en sus tres toros. El primero, de San Mateo, fue un astado manso y huidizo al que le hizo todo el navarro. El astado no quería pelea y Pablo, muy inteligentemente, supo llevarlo a los medios. Allí, con «Disparate» anduvo a una grandísima altura en los cambios del equino con la culata. Lo mismo que con «Viriato» en los giros en la cara. Estuvo muy por encima pero el rejón quedó muy caído. El tercero, de Carmen Lorenzo, fue más soso de salida pero rompió mucho mejor en las banderillas a una mano. Y ahí vimos a un Hermoso de Mendoza muy centrado, haciéndolo casi perfecto con «Chenel» y con «Habanero». La oreja tuvo consistencia.

De San Mateo fue el quinto y tuvo brío. Así que de nuevo sacó a «Disparate» para que el público se deleitase. Lástima del descabello, que lo echó todo a perder.

Al final, José Tomás en volandas de la lentitud pasmosa de su muleta.

(Lea la crónica completa en la edición impresa de ABC y en Kioskoymas)

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