LA PEREGRINA
Iván Fandiño, profeta en Galicia
Corta dos orejas, que pudieron ser cuatro, y sale a hombros; El Juli y Perera logran un trofeo en Pontevedra
andrés amorós
Muy buena entrada, de nuevo, en la segunda corrida de la Feria de Pontevedra . Los toros de Victoriano del Río, manejables, cómodos de cabeza, justos de fuerzas. Fandiño, un apellido inequívocamente gallego, corta dos orejas, que han podido ser cuatro, y sale en hombros. ... El Juli y Perera empatan a un trofeo.
El primero, cómodo de cabeza, se mueve pero está justo de fuerzas, se pega una costalada en banderillas. La labor del picador –cronometra un maestro, a mi lado– dura veinte segundos, ni uno más. En la muleta, El Juli está comodísimo pero le falta toro y estética, además de torear más hacia dentro. La usual estocada trasera, con salto, pone en sus manos la oreja. El cuarto, cinqueño, sale con muchos pies, es incierto. Los muletazos del Juli muestran gran oficio pero también brusquedad y el toro rueda varias veces. Esta faena, en Madrid o Sevilla, no hubiera agradado. Aprovechando el viaje, deja un espadazo atravesado y falla con el descabello.
Flaquea de salida el segundo, un bonito colorado: el puyazo dura un suspiro, se duele en banderillas, es noble. Perera dibuja muletazos mandones, de largo trazo, deslucidos por la sosería y las caídas del toro. Buena estocada: petición insuficiente y silencio (como ahora es absurda moda). Con el pitón roto sale el quinto. El sobrero, abierto de pitones, embiste con más celo: lo que necesita Perera para imponer su poderío en muletazos largos, ligados en un palmo, con enorme seguridad. Estocada trasera, entrando recto: oreja.
Brindis a Palomo
En el tercero, también cómodo de cabeza, Fandiño levanta un clamor con el capote. Brinda a Palomo Linares, que recibe una ovación. Iván aprieta a fondo el acelerador, ligando largos muletazos, pero el toro, muy bueno, hinca los pitones, rueda dos veces, queda mermado. Pierde trofeos, en plural, al fallar con los aceros. En el sexto, saluda su cuadrilla. Fandiño dibuja naturales clásicos pero el toro, apagado, transmite poco. Esta vez logra una gran estocada, con impecable estilo: dos orejas y sale en hombros.
Tres diestros poderosos necesitan un toro con fuerza; con toros flojos – tan frecuentes, ahora– solo una estética depurada suscita emoción. Ser fuerte con los débiles no resulta bonito. ¿Lo aprenderán, toreros y ganaderos?
(Lea la crónica completa en la edición impresa de ABC y en Kioskoymas)
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